Universidad II

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Dylan

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Dylan

Ruedo por enésima vez los ojos, estoy en el auditorio de la universidad, y la verdad es que no estoy poniendo atención a lo que el viejo robusto del director está diciendo. Estoy junto a Santiago y junto a mi nueva "amiguita" Rosalyn, la chica con la cual me voy a divertir esta semana. Solo espero que no sea de ese tipo de chica que tú les hablas o las tocas y ya se creen con atribuciones que no les corresponden, pero si es así creo que ni vamos a llegar a la primera noche.

—¡Oye guapo! ¿Y tú qué vas a estudiar? —pregunta con voz sensual, ya le he dicho que me llamo Dylan, pero sigue llamándome de esa manera. De igual forma no me molesta, al contrario, me prende.

—Administración de empresas —me acerco a su oído— Corazón.

Ella se empieza a reír, debo de aclarar que es muy exagerada al momento de hacerlo, por lo que nos ganamos una que otra mirada y más de chicas que la voltean a ver con el ceño fruncido.

Pero vamos, si estoy con ella es porque nomás llegamos con San, ella y su grupito de amigas nos empezaron a coquetear y claramente no nos pudimos resistir.

Les empezamos a hablar y desde ese momento no se nos han despegado ni un solo minuto. Pero como ya dije antes, no me molesta.

Estoy tan sumido en mis pensamientos que no me doy cuenta cuando el director se baja del escenario y todos se empiezan a levantar.

—Bro —mi amigo pasa su mano frente a mi cara— ¿Te quieres quedar con ella a oscuras o qué? —el susodicho arquea las cejas.

—Si no fuera el primer día me hubiera importado una mierda y me la hubiera follado frente a todos —susurro— Pero como sí es el primer día, tengo que empezar bien.

—Entonces andando.

Empezamos a caminar por todo el campus, un grupo de chicas en minifaldas pasa frente a nosotros y por voltearlas a ver no me doy cuenta de que viene alguien y chocamos.

—Lo siento —me disculpo con un chico.

—No te preocupes, yo iba distraído —sonríe como tonto.

De reojo miro que Rosalyn le está coqueteando, pero no me importa, ya que no siento algo por ella.

Él frunce el ceño al verla y se va.

—Bueno chicos, ya me tengo que ir —habla— Y tú, espero que me llames —me pasa un papelito.

Y yo como todo un mujeriego que soy me despido de ella con un beso cerca de su boca.

—Eso tenlo por seguro, guapa —susurro a milímetros de su boca.

—Lo bueno es que tú ya tienes el fin de semana listo para pasarla en grande —habla el pelinegro no más se va mi "amiguita"

—Eso creo —le palmeo el hombro.

Seguimos buscando nuestros edificios y en eso veo que San se detiene, frunzo el ceño y volteo a verlo.

El imbécil de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora