Lord

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April

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April

Abro los ojos y lo primero que veo es una oscuridad absoluta. Volteo hacia todos los lados tratando de ver algo más, pero nada, no hay nada. Una ráfaga de viento me golpea y me hace tiritar, me llevo las manos a los brazos para darme aunque sea un poco de calor.

Doy vueltas en mi lugar y grito cada uno de los nombres de las personas que quiero, pero no hay ni una sola respuesta. Empiezo a dar pasos a una dirección desconocida, el corazón me bombea del miedo.

No entiendo como llegué hasta aquí. Lo último que recuerdo es que estaba en la casa de Arón, luego el rescate, los disparos hacia Eithan y... ¡Mierda, Eithan!

¡Tiene que estar vivo! ¡Maldición! ¡Tiene que estarlo!

Y como si se tratara de una aparición divina o arte de magia, a mi derecha se empieza a abrir una puerta y de ella sale una luz cegadora, cosa que hace que me tenga que llevar las manos a la cara.

Por instinto mis pies empiezan a caminar hacia ahí. Paso por el umbral y lo que veo tras la puerta me deja plasmada y asombrada.

La barbilla me empieza a temblar debido a que estoy tratando de no llorar en este preciso instante.

Abro y cierro los ojos, pero sigo viendo lo mismo.

Una sonrisa triste aparece en mi rostro mientras camino hacia esa banca.

Me siento en ella como la primera vez que lo conocí. Cierro los ojos sin dejar de sonreír esperando ese momento.

¡Y BUM!

El olor de su perfume llega a mis fosas nasales.

A pesar de todas las cosas y circunstancias él fue mi amigo, el que siempre estuvo ahí escuchándome, dándome consejos, el que me invitó a un café y me dio a conocer su punto de vista.

—«Es un imbécil, no lo negaré, pero creo que él hace este tipo de cosas porque no sabe cómo reaccionar ante lo que tú le provocas. Tal vez seas la primera que le causa este tipo de sentimientos, y como no sabe manejarlo se comporta como su naturaleza le indica, como un patán»

Lloro, porque ese mismo chico está sentado a mi lado como la primera vez que lo conocí.

¿Quién es él?

Él chico desconocido al que le conté parte de mi vida.

Eithan.

—No es bueno que una hermosa chica ande llorando.

Sonrío entre lágrimas al recordar que exactamente esas fueron las primeras palabras que me dijo.

—Soy una llorona, eso ya lo sabes.

—Lo sé, la primera vez que te vi me llenaste la camisa de mocos.

Levanto la mirada y lo veo sonriendo.

El imbécil de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora