La cabaña

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April

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April

El olor a sangre llega a mis fosas nasales, tengo que hacer uso de todas mis fuerzas para no vomitar en este instante. Los párpados me pesan, el labio inferior no deja de sangrar debido a todos los golpes que me dieron.

El costado izquierdo me duele, el dolor es tanto que me deja sin aire.

Trato de ser valiente y abrir los ojos, pero no puedo. No estoy preparada para enfrentar esto.

¿Por qué a mí? Nicolas se veía diferente ¿Qué le hice?

Escucho pasos y mi cuerpo tiembla

«Otra vez no»

Despierta gruñen cerca de mi rostro.

Me dan golpes en la mejilla y yo cierro los ojos con más fuerza, el olor a alcohol y a rancio inunda el lugar.

¿Vas a obedecerme o quieres que te dé una motivación?

Abro los ojos enseguida, no quiero que vuelva a demostrarme sus "motivaciones"

No quiero volver a ver a mi amiga bañada en sangre.

—¿Ves que no era nada difícil?

¡Maldito! Odio con toda mi alma a este desgraciado.

Es el mismo tipo que ha estado golpeándome todo este tiempo, el que si no me mira inconsciente no para. Es un viejo cuarentón de ojos negros y barba espesa que me pone a temblar.

Pero no más que él, los actos de este viejo no son nada comparado a lo que me hace él. No creo que pase de los diecisiete, pero el alma la tiene llena de odio y cada que viene me acorrala y hace conmigo lo que le viene en gana.

Él es el verdadero maligno.

—Es hora de divertirnos.

Empiezo a moverme e intento quitarme las cadenas que me rodean las muñecas.

—Se una buena zorra y deja de moverte —gruñe.

Los ojos se me ponen llorosos.

—¿No quieres? —niego— De acuerdo, supongo que a tu amiguita le encantará más —dice mientras se le expande una sonrisa siniestra en el rostro.

—No, por favor —suplico con vos ahogada.

—Eso debiste pensarlo antes.

Cierra la puerta y las lágrimas caen por mis mejillas.

A los pocos minutos escucho los gritos desgarrados de Cam.

—¡No le hagas nada! —grito— ¡Déjala!

Grito una y otra vez, pero nadie me hace caso.

—¡Ayúdennos! —la garganta la siento seca debido a que llevo horas sin tomar nada Ayúdennos, por favor —susurro.

El imbécil de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora