Una respuesta que cambiará todo

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Dylan

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Dylan

Pestañas largas, labios gruesos entreabiertos, cabello esparcido por toda la almohada y cara de ángel. April es una tentación hecha mujer.

Tenerla bajo mi cuerpo gimiendo mientras me enterraba las uñas fue la mejor sensación que he tenido en toda mi jodida vida —recuesto mi cabeza y suspiro— De solo volver a imaginarme lo de hace unas horas se me endurece el miembro.

Volteo a verla y es imposible que no se me dibuje una sonrisa en el rostro, esta tal y como se quedó desde el principio. Se remueve incomoda y hace un pequeño mohín con su boca, podría pasar horas en esta posición y no me cansaría de admirarla.

Llevo las manos a mi cara, son alrededor de las dos de la mañana y no he podido dormir en este tiempo.

Me levanto sin hacer ruido y salgo al balcón, el viento fresco me golpea haciendo que se me erice la piel. Nunca pensé que este día lo terminaría así, pensé que me mandaría a la mierda, pero me sorprendió saber que era todo lo contrario.

Verla entrar de la mano de ese idiota me hizo enfurecer, nunca en mi vida había llegado a sentir celos, pero con ella es diferente; me hace ser egoísta, posesivo, loco e impulsivo, me dan ganas de ponerle un letrero especificando que es mía y de nadie más. Porque así es y hoy me lo demostró, es mía en cuerpo y mente. Ella es una adicción que hace que quiera probarla a cada momento, pero también sé que no es cualquier mujer y por eso me tomaré el tiempo de tomarla poco a poco, aunque por dentro muera por enterrarme en ella como un animal salvaje.

Vuelvo a la habitación y me quedo de pie observándola, mi camiseta le queda demasiado bien.

Frunzo el ceño cuando escucho un celular vibrar, rebusco en los bolsillos de mi pantalón y lo hallo. Ruedo los ojos al ver que tengo varios mensajes de Rosalyn, unos diciendo que conteste, que con quien estoy y bla bla bla.

Rosy

—Bebé perdóname, te prometo que no lo vuelvo hacer. Adjunta una foto.

Espero a que cargue.

Muerdo mis labios al verla desnuda en una pose demasiado caliente, amplio la foto y se me seca la boca al ver que tiene un dedo metido en su coño.

Dy

—¿Cuántas chicas no me han dicho lo mismo? No somos nada Rosy.

Rosy

—Te lo juro, no merezco tu indiferencia y menos que me dejes en abstinencia.

Dy

—No creo que estés en abstinencia, tus dedos me dicen otra cosa.

Rosy

—No es lo mismo, necesito que estés dentro de mí mientras te cabalgo. O que me tengas en cualquier otra pose, lo que necesito y ansío es que te entierres en mí.

El imbécil de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora