Tareas, retos y mas... En el sofá de mi vecino

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Dylan en multimedia

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Dylan en multimedia.

April

¿Manzana o papaya? Me quedo pensando por un rato, pero al final agarro una manzana.

¿Puré o fideos? Hago una mueca, puré. ¿Pollo al horno o costilla? Me la pienso bien ya que no sé qué elegir. Agarro pollo, pero si después me arrepiento, vuelvo a dejar el pollo y estiro la mano para agarrar una costilla, pero si...

—¡Maldición April! Llevas haciendo el mismo procedimiento desde hace 5 minutos, decídete mujer —ruedo los ojos.

—Sabes que se me complica decidirme. Y no seas exagerada, no llevo tanto tiempo —Cam suelta un bufido.

—¿No? Voltea a ver a todas esas personas que quieren matarte —hago lo que me dice.

Y efectivamente todos tienen caras largas, incluso unos empiezan a decir cosas que ni siquiera presto atención.

—Pues tendrán que esperar, y que agradezcan que ya me decidí —grito lo último para que escuchen.

Agarro una pierna de pollo y empiezo a caminar, pero me devuelvo inmediatamente. Cam al ver que quiero regresarme y cambiar lo que agarré me jala y me lleva a la mesa.

—¡Al fin! ¿Por qué no se apuraban? —pregunta Ale.

—April no se decidía, por poco y nos sacan a patadas de esa fila —reprocha la rubia, mi prima se carcajea y yo me encojo de hombros.

—Si ya sabes cómo es ¿Por qué te enojas?

—No estoy enojada —medio grita y nosotras la volteamos a ver— No estoy enojada, solo no sé qué me pasa —se encoje en su sitio.

—Te pasa algo —asiente— ¿Quieres contarnos? —pregunto.

—No, bueno sí —resopla— Lo que pasa es que ya he revisado mi casillero muchas veces y no hallo nada —baja la mirada.

Oh, ahora entiendo.

—No sufras Cam, tu chico misterioso no tardará en ponerte algo —le dice antes de meterse un pedazo de pechuga.

—Ale tiene razón, ten paciencia.

—Sí, eso haré. Es solo que me acostumbro rápido.

—Tranquila nena, no te desanimes.

Seguimos hablando de temas triviales cuando entran los chicos con Rosalyn y su sequito, ruedo los ojos. Dylan la lleva de la cintura y ella le va repartiendo besos por todo el cuello.

Cam frunce el ceño al ver que una de las oxigenadas trata de hacer lo mismo con Santiago, pero este se aparta. Sonrío.

Se ve que mi cuñado esta incómodo, entonces me levanto. Las chicas quedan sorprendidas al ver que camino hacia él.

—Hola cuñado —saludo cuando ya estoy frente a él.

Voltea a verme y se le ilumina la cara.

«Lo sé nene, siempre tengo ese efecto en los chicos» Ignoro mis pensamientos.

El imbécil de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora