El imbécil de mi vecino

¿Tienes algún problema?

April

El día está nublado, siempre he amado estas épocas de frío, pero hoy se siente diferente, desde la mañana siento el día extraño. El viento vuela mi cabello, trato de acomodarlo, pero fracaso.

—¿A (Ei) es necesario ir? —volteo a ver a mi amiga.

—Supongo que sí.

—¿Qué tal si es una broma?

—No creo que Nicolas sea un niño de bromas —rueda los ojos.

—Pero este lugar no es seguro.

Pasa su vista de un lado a otro paranoica.

—Tranquila, ya estamos llegando.

La puerta se encuentra abierta tal y como estaba escrito en la nota que dejaron en mi casillero.

Entramos al local abandonado. Aun no comprendo porque me citó aquí.

Este lugar está vacío, nos adentramos y observamos cada rincón del lugar. Todo esto es muy raro, no hay nadie en este lugar.

¿Será que alguien nos trajo con engaños?

De solo pensarlo las piernas me tiemblan, lo mejor es salir de aquí lo antes posible.

—Cam —la rubia voltea a verme— Salgamos ya mismo de este lugar.

Antes de dar media vuelta escuchamos la puerta cerrarse, volteamos a ver y hay un chico mayor a nosotras tapándonos la entrada. A mis once años nunca he dicho ninguna maldición, pero la ocasión lo amerita.

Maldigo unas 15 veces por ser muy tonta.

¿Cómo fui capaz de creer en una nota? Y lo peor ¿Qué le he hecho yo a Nicolas para que me haga esto?

Cam tiembla a mi lado, la agarro de la mano para así tranquilizarla.

El chico empieza a caminar hacia nosotras, damos pasos torpes hacia atrás. La rubia se voltea lista para correr, pero alguien más aparece por detrás mandándola al piso de un solo golpe.

Trato de ayudarla, pero el chico que cerró la puerta me agarra del cuello haciendo que me quede sin aire, le entierro las uñas en las manos logrando empujarlo un poco, pero su agarre se intensifica, me da un golpe en la mandíbula y caigo al suelo.

Lloro, por primera vez siento demasiado miedo.

Volteo a donde está Cam y mi llanto se hace más fuerte, mi mejor amiga esta tirada en el suelo con un charco de sangre alrededor de su cabeza.

Empiezo a gritar tratando de que alguien me escuche, pero mis gritos son ahogados cuando el chico me pone un pañuelo en la boca. Toda su cara está tapada a excepción de sus ojos color celestes, mismo que recuerdo haber visto.