El plan

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Días antes (capítulo 36)

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Días antes (capítulo 36)

Dylan

Camino rápido por uno de los tantos pasillos que hay en la comisaría. Doblo por una esquina y de una de las puertas sale un oficial.

—¿Señor Carter? —pregunta dudoso.

—Sí —contesto firme —me extiende la mano.

—Soy el oficial Anthon James y estoy a cargo de este caso.

Me conduce a otra puerta y entramos a una tipo sala. Se sienta tras un escritorio y de una de las gavetas saca una carpeta.

—Desde hace más de ocho años le he seguido la pista a Arón Smith, pero a base de muchas cosas mis colegas decidieron cerrar el caso de la señorita Rodríguez, ya que ellos no encontraron pistas suficientes que inculparan al señor Smith y el caso fue archivado desde hace más de cuatro años, hasta ahora.

Me remuevo furioso en mi asiento ¿Cómo es que dejan este tipo de casos congelados?

Es por eso que hoy en día hay demasiados crímenes en la ciudad, y todo por la incompetencia de estas personas.

—No creo que se vuelva a cerrar el caso como años anteriores, ya que ahora tenemos el testimonio de uno de sus cómplices, la señorita Romina Smith, hermana del acusado.

—¿Ya declaró? —asiente.

—Ella misma se entregó a las autoridades y declaró varios de los delitos que cometieron alrededor de todos estos años, asimismo como el secuestro, agresiones y violación hacia la víctima, la señorita Rodríguez. Como también la muerte del Joven Nicolas Lemus.

¿Qué?

Me quedo en shock.

¿Ellos también lo mataron?

¡Mierda! Malditos locos.

—¿Cómo?

—El joven tuvo un accidente automovilístico hace tres años —toma aire—Pensamos que había sido un "accidente" —hace comillas con sus dedos— Pero la acusada ha declarado que ellos fueron los que causaron el choque y por ende la muerte del joven.

La cabeza me empieza a doler, tantas cosas que han hecho ¿Cómo es que no los habían arrestado?

—Declaró eso y muchas cosas más, pero en ningún momento declaró el motivo que los llevó a hacer este tipo de delitos —siento los músculos tensos— Él tiene tendencias de un sociópata, pero ella —niega— No sabemos con qué fin lo hacía.

El humor se me empeora.

—¿Entonces? —pregunto— Necesito saber en dónde tienen a mi novia —siseo furioso.

Empiezo a mover de un lado a otro la pierna.

—¡Cálmese! No todo está perdido.

—No me diga —bufo.

El imbécil de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora