360 horas fuera de casa

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April

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April

Labios resecos y agrietados.

Pómulos hundidos.

Ojos rojos e hinchados de tanto llorar y bajo estos, ojeras.

Una pequeña herida cerca de la ceja izquierda.

Y piel pálida.

La chica que me devuelve la mirada por el espejo definitivamente no es la misma chica del día de mi cumpleaños.

Esta chica está apagada, sin fuerzas y sin vida.

La chica que lleva 15 días fuera de casa.

Sin sus padres, amigos y él.

La que ya no resiste un día más.

La que se está volviendo loca por cada segundo que pasa.

Suspiro rendida y dejo de verme por el espejo.

Me doy tanta lástima y pena.

Esta no soy yo.

¿Dónde quedo la antigua April?

¿En dónde quedé?

Agarro un cepillo y lo paso por la maraña de cabello que tengo.

Es la primera vez que lo peino.

Y es la primera vez que veo mi reflejo.

Estar encerrada en un sótano no me permitía darme ciertos lujos.

Apenas hace dos días me trajeron a esta habitación. Dos días durmiendo en una cama y no en el viejo y mugroso colchón del sótano.

13 días encerrada y encadenada.

Y el único bocado que podía probar al día eran tres panes y dos vasos con agua pura.

Y para no sentir hambre pasaba todo el día durmiendo.

Aunque las primeras noches no dormí nada.

El miedo de saber que él estaba a pocos metros de mí me aterraba.

Saber que de un momento a otro iba a llegar y hacer conmigo lo que se le diera en gana me asustaba.

Él me aterra y mucho.

El cuerpo se me paraliza cuando escucho los dos suaves golpes en la puerta.

Salgo del baño y me dirijo a la cama rápidamente, y me siento en ella con la vista fija en mis manos.

—¿Señorita? Voy a pasar.

La voz de Luz, la señora que asea la casa me tranquiliza.

Es la única a la que le tengo confianza. Gracias a ella, en dadas ocasiones podía comer otra cosa que no fuera pan.

Abre la puerta y pasa con la mirada hacia abajo, con la aspiradora y con un trapo en la mano.

Las miradas en los ojos están prohibidas.

El imbécil de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora