Capitulo 9. Malibu.

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Beth

Me desperté, antes de que el sol comenzara a salir entre las nubes.

Era la única despierta, y el interior de la casa se mantenía en absoluto silencio, y el único ruido que había era el sonido de las olas rompiendo. Después de un rato de no saber qué hacer, y solamente mirar a la nada, decidí preparar el desayuno para distraerme, pero no había nada en la despensa. Solo estaba la pizza de la noche anterior. Busque en mi móvil algún supermercado cercano, y había uno a pocas calles de la casa, recogí mi bolso de lado con algo de dinero y mi móvil.

Estaba por salir de la casa, tenía el pomo de la puerta en mi mano, hasta que su voz me sobresaltó, y por un poco me causa un ataque.

—¿A dónde vas?— Su voz parecía un cubo de hielo, frío y duro. Los ojos de Ethan me miraron de arriba abajo, como si yo fuese una especie de criminal.

Él se acercó, y se detuvo a más de un metro de distancia, y se cruzó de brazos, me recordó a un policía malvado. Me quedé paralizada.

—¿A dónde vas?— Volvió a preguntar con el mismo tono de voz.

Estaba nerviosa, no lo admitía, pero aun así no aparte la mirada de la suya, y me obligué a hacerme de todo mi valor para sostener su mirada color miel.

—Voy a un supermercado que está a unas calles, quiero preparar el desayuno, pero no había nada en la despensa.— Dije señalando hacia la izquierda, como si fuese una niña de cuatro que le dice a sus padres dónde están los ponis voladores.

Ethan levanto una ceja.

—No, el supermercado está por allá.— Señaló a la dirección contraria.

Me encogí de hombros, y él siguió con los brazos cruzados y cara de pocos amigos. Al final dio un largo suspiro dramático, y me hizo a un lado para abrir la puerta, y salir.

—¿Qué haces?— Pregunté a su espalda, mientras él seguía caminando hacia su camioneta.

—Impedir que te pierdas en la costa de Malibú.— Dijo con un gruñido.

***

Su silencio era abrumador. En cuanto llegamos al súper mercado, Ethan bajo conmigo del auto, porque al parecer conocía muy bien el lugar, y sabia donde se encontré cada cosa que buscábamos. Y mientras recorría los pasillos, fui tomando todo lo que creía necesario para ese fin de semana. A aquella hora de la mañana la tienda estaba prácticamente sola, a excepción de algunos padres soñolientos que compraban pañales. Después de un rato tenía todo lo que necesitaría. Me di cuenta de que Ethan ya no estaba a mi lado. Me encogí de hombros, y pensé que había regresado a su auto, y fui hacia la caja para pagar.

—¿Eso también?— Pregunto la cajera, señalando a una dirección contraria a la mía.

Sin girarme, sabía que él estaba detrás de mí.

—Si.— Contesto Ethan, y le tendió a la cajera muchos cereales, chocolates, galletas y muchas frituras. Mire boquiabierta todas las cosas que había puesto en el mostrador, a diferencia de lo que yo había elegido, frutas y verduras, comida sana.

—¿Vas a llevar todo eso?— Le pregunte señalando los paquetes. Él asintió sin mirarme.

Esos cambios de humor, iban a terminar conmigo.

Ethan pago la factura, aunque yo también trate de hacerlo, pero con una mirada suya, me hizo silenciar. Él recogió las bolsas ágilmente y las llevo sin decir ni una palabra a través del estacionamiento, ni cuando regresábamos a la casa de la playa, y mucho menos cuando entramos.

Inmarcesibles ||Destinados|| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora