Capitulo 35. Control.

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Beth

Un mes, un mes desde su partida.

Un desde que había vuelto a Londres y todo seguía igual, nada cambiaba o mejoraba conmigo, yo seguía igual mientras el mundo seguía su curso en el exterior, así era como lo llamaba "el exterior". Porque después de dos semanas de haber asistido a la universidad, fue demasiado para mí que las personas preguntaran cada dos segundos como estaba ella, donde estaba, que había pasado. Pues, Supongo que bien, está muerta, y el auto dónde iban, ella y su esposo, tropezó con un trozo de hielo, y ambos se golpearon la cabeza y murieron. Quise haberles dicho a todos los que preguntaron, pero no pude. Por ello cuando todo se volvió sofocante, deje de asistir a la universidad, y comencé un programa de clases en línea, y solamente, tenía que ir a presentar exámenes a la universidad.

Ethan al principio se negó dijo que no era bueno para mí quedarme sola tanto tiempo, que tenía que convivir con el mundo, pero le deje saber que la decisión ya estaba tomada. El día que me dejo sola, llamo o mandaba algún texto, cada media hora, pero después de algunas semanas solo recibía llamadas de él en cada intervalo de clase, o en ocasiones solo llamaba a la hora del almuerzo.

Papá sí que se había molestado con mi decisión, pero al final, por alguna razón, comprendió. Al parecer el tiempo y la distancia le habían ayudado a ser el hombre comprensivo con el que crecí, y no el último con el que tuve que lidiar. Papá me llamaba cada tres días, y cuando lo hacía, sabía que evitaba hablar de Nana, y en parte se lo agradecía.

Las noches sin dudas eran las más duras.

Cada noche que pasaba las pesadillas se hacían más fuertes, y sabía que Ethan lo había notado desde hacía mucho tiempo. Como en las tardes que me quedaba dormida y él tenía que despertarme, o las noches que no podía dormir, y simplemente me quedaba a su lado mirándolo dormir. Y después, de lo que pareció una década, entendí que me estaba haciendo adicta era a Ethan... a su olor, su presencia, su contacto, a él... todo era una adicción embriagadora. Sabía que era peligroso, porque yo conocía como era amar a Ethan, y aquello, con todo lo que estaba en mi cabeza, en mí, no era normal, y comenzaba a atemorizarme. Me estaba volviendo dependiente, y no sabía cómo sabia evitarlo.

Siempre estuve agradecida con Ethan por haber estado conmigo, por saber cuándo quería hablar o callar, cuando se sentaba a mi lado y me abrazaba hasta que pudiese quedarme dormida. Pero a pesar que siempre estuve muy agradecida con él, sabía que no se lo demostré, como debí haberlo hecho. Cómo, cuando hablaba muchísimo de cualquier cosa, de un tema de lo más trivial y sin importancia, tan solo para no hablar de lo que sabía que no estaba bien, o cuando simplemente no hablaba nada, cuando me levantaba de su lado y lo dejaba solo y muy confundido, o cuando me encerraba en el baño cuando no podía dormir.

Cerré el libro que tenía en las manos, llevaba más dos párrafos sin prestarle atención a lo que ocurría entre los protagonistas. Por suerte siempre podría regresar a dónde recordaba haber dejado leído, esa era una de las tantas ventanas de leer una novela. Suspiré y me hundí entre las almohadas en la cama. Y mire a través de la ventana, esa noche, no era una buena noche, en realidad era una terrible noche.

Mire a Ethan a mi lado, su respiración era muy pesada, y tenía los ojos cerrados. Parecía tan joven, tan ajeno a todo, aparte un mechón de su frente, y cerré los ojos.

***

Me desperté sobresaltada, como esa sensación al tropezarse con un muro en la calle.

Abrí los ojos, aún era de noche. Mire el reloj, y apenas iban a ser las tres de la mañana. Me limpie el sudor de la frente, y me giré.

Ethan sentaba sentado en la cama, mirando a la pared.

Me quedé paralizada.

—¿Desde cuándo comenzaron las pesadillas?— Pregunto mirándome con cautela.

Inmarcesibles ||Destinados|| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora