Capitulo 39. Bailando con tu fantasma.

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Ethan

La primera semana; no fui a la universidad, solo me quede en la habitación, inhalando su aroma que apenas se deshacía en el aire. La segunda semana; regresé a la universidad, y cada vez que regresaba al departamento solo me sentaba al lado de la puerta a esperarla, pero ella nunca no volvió. La tercera semana; comencé a tomar dos copas de whisky todas las noches, mientras oía la música que ella me había regalado en mi cumpleaños, luego me di cuenta que la música parecía describir toda nuestra relación. La cuarta semana; deje de llamarla. Y destroce el departamento, luego me eche a llorar al lado de la puerta cuando acepte que ella no volvería.

El segundo mes; me mude al departamento de Thomas. Y conserve todas las cosas que ella había dejado en nuestro departamento. Para el tercer mes, regresé a América, cuando nacieron Rue y Rhys. Y la busque por todos los rincones de Seattle, pero nadie nada sabía de ella. El cuarto mes: Deje de salir de casa, y mi único compañero era el piano. Y solamente salía de casa ocasionalmente cuando iba a visitar a los mellizos en casa de los Hawk.

Para el quinto mes, recibí su primera señal de vida.

No podía ni levantarme ese día de la cama, preferí quedarme entre los escombros de mi habitación, entonces que me di cuenta de que día era. Cuando Lea y Grace entraron como todos los años con un pastel en las manos cantando aquella irritante canción. Trate de recordar cómo había sido mi último cumpleaños, pero parecía que habían pasado siglos desde el.

—Saben que no tienen por qué hacerlo.— Les dije cuando terminaron de cantar. Y Grace espero pacientemente para que soplara las velas, lo hice.

Grace me dio un beso en la mejilla, y Lea me abrazo.

—¿Qué es eso?— Pregunte señalando la correspondencia que Grace dejo sobre mi escritorio.

—Algunos son de Nathan y Monique, y los otro... no tienen nombre.— Dijo nerviosa.

Fruncí el ceño.

—Vale, ya está. Acéptalos, porque si no, había un precioso vestido esperando por mí en el centro comercial.— Intervino Lea.

Puse los ojos en blanco.

—Bueno, tengo que ir a prepararles la comida a los mellizos, los espero a abajo.— Anunció Grace, me dio un beso en la mejilla, y se apresuró a salir de mi habitación, con todo y el pastel.

Lea me miró fijamente.

—Abre las cortinas, no eres Drácula.— Me riño, h comenzó a abrir las cortinas y las ventanas, para que entrara el aire fresco de verano.

—Creo fielmente, que estaba mejor como antes.— Dije entrecerrando los ojos por la luz.

—Venga, te esperamos a abajo. Seguramente querrás a ayudar cuando los mellizos de despierten.— Lea ignoró mi comentario y siguió a Grace.

Suspiré cuando cerró la puerta.

Me levanté de la cama con un poco de esfuerzo, y encendí mi estéreo, y la música comenzó a llenar toda la habitación. Mire mi habitación estaba hecha un desastre, pero no tenía ánimos como para ponerme a organizarla.

Me deje caer de nuevo en la cama, y entonces mire la caja que Grace había dejado sobre mi escritorio, me volví a levantar y la tome.

La mire con curiosidad.

La caja estaba envuelta en muchos papeles y tenía una cinta de seguridad del aeropuerto, Grace tenía razón, solo estaba mi nombre, y la fecha que debía ser entregada. Busqué un tijera y quite toda la protección. Me sudaban las manos. Mire al interior, y había una caja de color azul claro, dentro había una esfera de cristal con la torre Eiffel en miniatura.

Inmarcesibles ||Destinados|| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora