Beth
El último año que estuve en la escuela de gastronomía, sin duda, fue el mejor.
Me compre un móvil nuevo y dejé atrás la época de las cavernas. Comencé a hablar todos los días a mis hermanos, mi familia y mis amigas. Incluso Zamira me mostraba el crecimiento diario del pequeño Isaak. Otra con quién también comencé a hablar, fue con Lea, y aunque seguíamos teniendo a relación amigable, sabía que nunca me iba a perdonar por haber dejado a su hermano.
Cuando se terminó nuestra estancia en las Bahamas, fuimos a Nueva York. Y sí, fue exactamente como lo había imaginado. La cuidad nunca descansaba, las luces siempre estaban encendidas, había mucho café, y mucha comida. Estar allí te hacía sentir en la cima del mundo, te hacía sentir libre, e grandiosa. Era Nueva York.
Así fue como una noche de mayo, Meghan y yo fuimos a un bar.
El lugar estaba abarrotado, y parecía un poco exclusivo la verdad. Todos estaban bailando y bebiendo. Meghan se desplazaba con confianza por el lugar, como si ya hubiese estado allí, camino hasta una de las mesas donde estaban sentamos dos hombres que hablaban entre ellos que no debían de tener más de treinta años, y ambos eran muy guapos. Uno de ellos, fue el primero en vernos, el hombre de los ojos marrones, que le hizo una seña al otro, que estaba sentada de espaldas, y se giró a mirarnos.
Su mirada se clavó en Meghan, y le sonrió.
Pude sentir como Meghan se tensó a mi lado, pero el hombre no pareció notar esa reacción porque se acercó a ella para darle un fuerte abrazo. El hombre tenía el cabello castaño, y pude distinguir que sus ojos eran azules claros, él era alto, y fuerte. Mientras el otro, que aún seguía sentado, era la clase de hombres que a cualquier mujer se le caían las bragas con una sonrisa suya.
—Pensé que no vendrías.— Le dijo el hombre de ojos azules a Meghan.
Ella se puso a la defensiva y enderezó la espalda.
—Sí, claro.— Murmuró, y me miró.
—Ella es Beth, mi amiga de los últimos cuatro años. Beth, ellos son Nicholas y Gareth, unos viejos amigos.— Meghan señalo al hombre que seguía sentado como Gareth, quién solamente asintió en mi dirección sin mirarme, mientras Nicholas me dió una cálida sonrisa.
—Es un placer conocerte, Beth.— Me dijo, amablemente.— Venga, siéntate, que cualquiera haya tolerado a Meghan Clark por cuatro años, necesita un trago.
Meghan resopló.
—Y cualquiera que haya tolerado a Nicholas Dunne, necesita la botella completa.— Replicó mientras nosotras nos sentábamos frente a Nicholas y Gareth.
Nicholas le dio una sonrisa de guasón.
—Entonces, Gareth la necesitara.— Dijo y le dio un trago a su cerveza.
Reprimí una sonrisa, pero a Meghan no pareció causarle gracia el comentario.
—Creo que necesitaré dos botellas, si tengo que soportarlos a ambos toda la noche.— Intervino Gareth, hablando por primera vez.
—Joder, pero si puedes hablar, y yo que pensaba, que este idiota, te había cortado la lengua.— Exclamó Meghan riendo.
Gareth le sonrió, y con aquella sonrisa, bien pudo haber derretido cualquier iceberg gigante.
Y me miró. Tenía los ojos más grises que había visto en mi vida, quizás era el cabello oscuro, y el jersey azul oscuro, que hacía que sus ojos se viesen más grises. Pero eran muy grises de verdad. Claro, si hubiese vuelto a sonreír, se hubiesen visto mucho mejor.
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Inmarcesibles ||Destinados|| +18
RomanceBeth Hawk, querría creer que vivía en un mundo color rosa, y sabe que la vida puede cambiar de un momento a otro. Ella podría ser cualquier cosa que deseara en el mundo, pero decidió ser de él. Ethan O'Neill, era un chico reservado, y por ello, le e...