Capitulo 31. Espera.

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Beth

Luego deje salir las lágrimas que había luchado por contener. Permití que me quemasen los ojos, que inundaran las mejillas. No podía respirar, la presión en el pecho no me lo permitía

Ethan me abrazo, sabía que estaba allí, que estaba conmigo, pero yo no me sentía en ese lugar, cada vez que me hablaba no era capaz de responder, con el nudo en mi garganta era muy difícil hacerlo. Toneladas de dolor, angustia y desesperación estaban en mí. Las podía sentir en mi pecho. Mi corazón a su vez palpitaba para después quebrarse una y otra vez, estaba totalmente rota.

Esa noche no fui capaz de cerrar los ojos, sabía que si lo hacía, los recuerdos me bombardearían de nuevo. La noche anterior había sido muy dolorosa la desesperación de tratar de despertarme y no poder era frustrante. Cada recuerdo inundaba mi mente para después quebrarse con mucha más fuerza, era el recordatorio de ellas habían existido.

Era el recordatorio que ya ninguna estaría conmigo.

Al sentir una mano sobre la mía, fui consciente, mire a mí alrededor para saber que ya había amanecido de nuevo y que yo seguía igual.

Ethan había dormido esa noche en mi cama, había caído como tronco hasta hacia un rato que se despertó, y había desaparecido por un rato, él me había dicho que iba a bajar a la cocina por el desayuno, a lo que yo solamente asentí.

Él sentó a mi lado de la ventana, y tomó mis manos.

—Beth, hoy tienes que comer.— Me dijo, flotando mis manos para calentarlas, apenas las sentía.

—¿Quieres hacerlo aquí o bajamos a la cocina?

La cocina.

No le respondí y miré a través de mi ventana, y pude notar como el mundo seguía su curso. Aún había algunos autos aparcados en frente de la casa, la nieve seguía cayendo. Los tres niños Green estaban haciendo un muñeco de nieve, podía escuchar sus risas.

—Oh, vamos cariño tienes que salir a mirar esto.— Dice Nana.

La miró emocionada.

—¿Qué es? ¿Qué es?— Pregunte corriendo hacia ella, y mire a través de la ventana de la cocina.

Sonrió.

—¡Es nieve, Nana!

—¿Quieres ir a jugar?— Me pregunta igual de emocionada.

—Sí, sí quiero.— Contestó, y comienzo a saltar de la alegría. Nana me alza en sus brazos, y salimos al exterior.

Nuestras risas resuenan por toda la casa y en ese momento ambas somos muy felices.

Ella no se puedo haber ido, seguramente se trataba de un error y más tarde iba a entrar en mi habitación para darme un abrazo. Nana nunca me dejaría, no como ella.

Y pensar precisamente en ella no me hacía nada bien.

Al darme cuenta mis pies se estaban moviendo. Me levanté del sofá de la ventana, y camine hacia el pasillo, baje las escaleras muy despacio, apenas me di cuenta que habían algunas personas en la sala, las Ignore y salí al patio trasero. Sentí el frío al abrir la puerta.

Me arrodille, en la nieve, y me deje caer boca arriba sobre la nieve, deje que me congelara y me hundí en ella, no sentía nada. No podía sentir mis dedos, y mi nariz comenzaba a picar, las lágrimas volvieron a correr, caían sobre la nieve para después congelarse en ella. No podía respirar.

Ethan me levanto como a una muñeca de trato, me envolvió con una gruesa manta, y me pegó a su cuerpo. Estaba muy cansada para luchar contra él, así que, me deje llevar y acurruque en él, permitiéndome llorar contra su pecho. Me apoye en él, y caminamos lentamente hacía mi habitación.

Inmarcesibles ||Destinados|| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora