Capitulo 25. Tú eres especial.

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Beth

Mi habitación estaba igual que la última vez que estuve allí, aunque con una fina capa de polvo. Había extrañado mucho mi antigua habitación, había crecido en ese lugar, y por mucho tiempo había sido mi refugio.

Tocaron a la puerta, y un segundo después Nana entró con una enorme sonrisa, la misma que había tenido desde que se casó con Ken.

Nana se acercó a mí, y se sentó a mi lado en la orilla de la cama, y me dió un fuerte abrazo.

—Feliz navidad, Nana.

—Feliz navidad, Beth.

La abracé más fuerte.

—Extrañaba poder abrazarte.— Susurre.

—Yo también lo extrañaba, pequeña.— Me dijo, y me dio beso en la cabeza.

Cuando nos alejamos me tomó de las manos, y le sonríe.

—Últimamente no hemos podido conversado mucho...

Nana me miró coqueta.

—Pues no, tomando en cuenta que estabas al otro lado del mundo, y con un novio guapo.— Bromeó.

Me sonroje.

—Y tú con un nuevo marido.

Nana se sonrojo.

—Está bien, no estoy celosa. Además no creo que Ethan sepa cómo preparar un tarta de piña con coco como a ti te gusta.

Me reí.

—No, no sabe cómo hacerlo.— Nana sonrió.— ¿Y cómo está Ken? No lo vi ayer.

—Sigue arreglando todos los asuntos en la constructora de aquí, para que podamos irnos a Londres después de año nuevo.

Sonreí.

—Entonces es oficial, se van a Londres.

Asintió.

—¿Te lo puedes creer? Podrás quedarte con nosotros, la casa de Ken es muy grande, y podré asegurarme que tomes tus tres comidas al día, y también que Ethan y tú mantengan las manos quietas.

Me sonroje.

—¿Cómo?

—Beth, te conozco desde que naciste. Venga, bajemos a terminar de preparar la cena, y vas a contarme todos los detalles ahora mismo, tenemos un par de horas hasta que lleguen los invitados. Así que, arriba.

—¿Qué?— La mire sorprendida, o nerviosa.

—Sí, cuéntame desde el principio ¿Que paso ese día, cuando no nos llamaste?

Puse los ojos en blanco.

—Que cotilla eres, abuela.

—Nada de eso. Vamos a la cocina y me contarás todo

Suspiré, y me puse de pie. Nana me rodeó los hombros y bajamos las escaleras.

Nos dirigimos entre risas a la cocina. Nana había preparado una cantidad ingente de comida, puré de patata, salsa de arándanos, bisque de langosta, estofado, pan tostado, melaza de abedul y el enorme pavo relleno que apenas podia entrar en el horno.

Madre mía. Una tropa del ejército entera podría haber dejado la mitad.

Y mientras terminábamos del preparar toda la comida, comencé a contarle todo lo que nos había pasado en los últimos tres meses. Nana reaccionaba a cada comentario como una joven colegiala escuchando el mejor cotilleo del momento, esos que corren por los pasillos, pero nunca se sabe cuál es la versión oficial.

Inmarcesibles ||Destinados|| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora