Capítulo 20: El Ensayo

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Narrado por Amber

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Narrado por Amber

Trisha se había portado muy amablemente con nosotros. Gracias a ella, ahora teníamos nuestro vestuario para la fiesta.

A pesar de que habíamos disfrutado despejarnos por unas horas, aún sentía recorrer mi cuerpo los nervios por lo que pudiera llegar a suceder ahora. Solo quedábamos Dylan y yo para nuestra prueba.

—¿Estás bien Amber? —preguntó Caroline al verme pensativa.

—Pienso en la prueba que sigue. Le tocará a Dylan o a mí, entonces me siento nerviosa y asustada al mismo tiempo.

—Tranquila, sea quien sea el siguiente, le irá bien. A todos nos ha ido bien y hemos logrado cumplir con todo lo que han pedido. Vamos a ganar Amber.

—¿De verdad lo crees?

—Sí, lo lograremos y saldremos de este maldito lugar para siempre.

Caroline estaba muy decidida a pesar de lo que había sucedido con su padre. Tenía que lograr sentirme como ella, debía de lograrlo para poder librarnos de todo esto.


Estando en casa, acomodamos nuestros atuendos en nuestras respectivas habitaciones. Megan había quedado de pasar por nosotros en quince minutos para dirigirnos al ensayo del baile. Me encontraba emocionada por esa parte, pero seguía pensando en cuál podría ser la siguiente prueba.

Ding, dong.

Sonó el timbre y Tiffany bajó rápidamente a abrir la puerta. Instintivamente la seguí y al bajar la vi parada sobre el porche, volteando de lado a lado.

A lado de sus pies estaba una caja. No era necesario preguntar qué era, la pregunta era: ¿Para quién iba dirigida?

La tomó y llamó a todos. En cuestión de segundos los cinco ya estábamos reunidos en la sala.

—¿Quién lo abrirá? —soltó Tiffany en cuanto lo dejo sobre la mesa.

—Lo haré yo —respondí acercándome para tomarla. Despegue la cinta con la que estaba retenida y al abrirla, se encontraba el nombre del siguiente.

Dylan.

Lo dije en voz alta haciendo que todos se giraran a verlo. Dylan nervioso se acercó hacia mí y me sonrió tiernamente. Como si no tuviera miedo de lo que fuese a pasar. Simplemente era aquel chico carismático que habíamos conocido en nuestro último año de Preparatoria.

—Bueno, es mi turno —dijo en cuanto sacó el sobre de la caja.

Comenzó a leerla y volvió a colocar el sobre dentro. No se inmutó para nada al saber lo que tendría que hacer, simplemente se quedó de pie observándonos.

Los cinco saltamos al escuchar el timbre nuevamente. Sacándonos del ambiente tenso que estábamos pasando, me acerqué a la puerta y ahí estaba Megan esperando a que le abriéramos.

—¿Todo bien? —le preguntó Danny a Dylan. Este, simplemente asintió dándole un beso en la frente.

Abrí la puerta en cuanto no escuché protesta alguna.

—¿Están listos? —preguntó Megan parada en la entrada—. Vamos, será una gran tarde.

Salimos todos y nos dirigimos a la Preparatoria en donde se llevaría a cabo el ensayo del baile.


El ensayo se llevaría a cabo en la cancha de basquetbol con la que contaba la escuela. Al entrar a ella, me percaté de que habían regresado otros estudiantes más de nuestra generación.

Algunos se acercaron a saludarnos, otros simplemente cruzaron miradas con nosotros. En parte me sentía feliz de estar reunida con todos ellos, después de la graduación todos nos habíamos ido a seguir nuestros sueños. Y ahora, estábamos reunidos en casa.

—Bienvenidos sean todos —dijo una señora vestida elegantemente. Estaba parada frente a todos con un micrófono a la mano—. Me alegra saber que contamos con la presencia de todos ustedes, y me alegra aún más que formen parte del baile tradicional de Stewartville.

Comenzó a darnos las instrucciones de cómo debíamos acomodarnos y con quién. El chico que me tocó se llamaba Richard, nunca en la estancia de la Preparatoria lo había visto.

Sin embargo, era muy apuesto y eso era lo que me agradaba.

El baile consistía en cuatro filas. Dos en cada uno de los laterales del centro al que debíamos de ver. Izquierda, derecha. Los pasos comunes de un vals, unas vueltas que nos desplazaban para cambiar de pareja.

El ritmo de la canción elegida había quedado perfectamente con los pasos que dábamos.

Cada cierta estrofa de la letra nos indicaba que debíamos dar vueltas con nuestra pareja. Pero había que formar dos círculos para evitar choques y accidentes. Después de ello se soltaba la palabra clave de la canción para que nuestra pareja nos soltara y con giros llegáramos a la siguiente.

Este tipo de giros, los hacíamos dos veces a lo largo de todo el baile. Realmente era una canción bonita y agradable. Sin embargo, me quedaba pensando en cómo los vestidos iban a lograr que todas entráramos en el área asignada.

Finalmente, en el puente de la canción formábamos hileras. Cara a cara con nuestra pareja colocábamos nuestras manos de tal forma que una quedara frente a la otra sin tocarse. La bajábamos dando una vuelta, y nuevamente comenzaban los cambios de pareja hasta terminar con la tercera que teníamos asignada.


Terminamos exhaustos después de ensayar durante tres horas. Afortunadamente los pasos habían sido sencillos, por lo que el memorizarlos fue fácil. La encargada del baile nos aplaudió en cuanto logramos hacer que la coreografía no tuviera errores. Todos nos mostrábamos felices, por otro momento había olvidado todo lo que estábamos pasando.

Pero...

La realidad era otra. Se agotaba el tiempo para cumplir nuestra misión en el juego de Evan.

Salimos de la preparatoria despidiéndonos de todos nuestros compañeros. Caminamos de regreso a casa y al llegar, Dylan finalmente habló.

— Tengo que ir al deshuesadero de Stewartville.

— ¿Qué?

— No quise decirles porque sabía que pondrían esas expresiones. Tengo que hacerlo, si queremos que nuestros padres salgan ilesos de todo esto.

— ¿A qué hora?

— En dos horas. Preferentemente Evan hizo énfasis en que debía apurarme si quería estar presente en el baile.

— Pero ese lugar está abandonado desde hace años. Incluso cuando nosotros vivíamos aquí... —dijo Caroline preocupada por esta misión.

— Lo sé, pero tengo que hacerlo.

Nos quedamos en silencio. No sabíamos que decir, parecía como si cada nivel se fuese poniendo más difícil.

Y pensar que yo sería la siguiente. 

 

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Stewartville (Libro III) |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora