Capítulo 34: Solo es un juego

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—Espera —dijo Danny a Caroline en cuanto sintió que ya estaban lejos de ellos.

—¿Qué sucede?

—Escucha Care. Necesito que sigas y busques uno de esos cuadros. No puedo irme de aquí sin Dylan.

—Danny...

—Por favor Care, hazlo por mí.

—Está bien —dijo sollozando. Lo abrazó fuertemente diciéndole que se cuidara. Ambos se separaron, cada quien con un objetivo en mente.


Caroline corrió lo más rápido que pudo. Buscar secciones como en la que habían estado, se había vuelto imposible. Por más vueltas que estaba dando, no lograba encontrar lo que quería.

Volvió a llegar a la entrada del laberinto. Cuidadosamente fue avanzando y se percató de que no había nadie merodeando el pasillo de los accesos a la atracción. Cruzó a través de él, pero absolutamente todas las entradas se encontraban bloqueadas. No había paso alguno hacia el exterior.

Los muros estaban altos como para intentar saltar a través de ellos. Decepcionada miró hacia un nuevo pasillo para volver a adentrarse. Sabía que no tendría de otra, solo debía encontrar esa entrada que Tiffany había gritado antes de morir.

Después de minutos de estar corriendo, por fin logró encontrar la zona que estaba localizando. Buscó en el suelo el acceso que la llevaría a los túneles, y lo encontró en seguida. Abrió la compuerta y comenzó a bajar por las escaleras. Estando bajo tierra tomó su linterna para poder iluminar más el pasillo en el que se hallaba.

Entendió el cómo habían funcionado las cosas toda la semana antes de la graduación. Supo cómo nunca lograban atrapar a Malcolm, si hacía uso de los túneles que pensó que solo eran una mentira que les contaban para asustarlos.

Llegó a una esquina y encontró un mapa pegado en la pared. Lo comenzó a ver con la intención de hallar una salida; identificó la zona donde estaba el laberinto, por lo que esas salidas quedaron fuera. Halló la más próxima que era en la antigua casa de Malcolm Stewart, no supo que hacer ahora.

Podía salir en busca de Dylan y Danny, pero también podía ir en busca de ayuda. Pero, ¿de quién? Todos debían seguir dormidos bajo los efectos de la copa que habían bebido.


Dylan se hallaba atrapado en una sección del laberinto en la que no paraba de dar vueltas. Ya había pasado siete veces por el lugar en donde sus padres estaban muertos. Continuó avanzando entre pasillos que a su parecer eran nuevos por descubrir. Poco a poco se fue dando cuenta de que estaba adentrándose a otro sitio en el que no había estado.

Comenzaba a sentirse más seguro de los movimientos que estaba dando. Por un instante se detuvo para pensar que dirección tomar en una intersección en la que se encontraba. Suspiró para tranquilizarse, pero un sonido de tic tic tic lo sacó de su relajación.

Se escuchaba muy cerca, pero se quedó quieto y callado para poder saber de dónde provenía. Cada que alzaba la mano lo oía cerca, cada que lo alejaba el sonido disminuía; era el reloj.

—Un rastreador...

Intuyó en seguida de lo que se trataba. Se dispuso a quitarse el objeto y dejarlo tirado en el suelo de donde se encontraba. Siguió avanzando sobre el pasillo de la izquierda para alejarse lo más posible del punto que había marcado para ellos.

Cansado de dar vueltas llegó a la sección en donde TIffany había sido asesinada. Vio el cuerpo en el suelo y no supo cómo reaccionar. Una de sus mejores amigas ahora estaba muerta y no sabía si su prometido seguía aún con vida. Su mente solo daba vueltas en Danny, quería que de verdad siguiera caminando entre los pasillos, o mejor aún, que ya estuviera fuera de aquel lugar.

Stewartville (Libro III) |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora