Capítulo 33: La Traidora

33 10 0
                                    

Hace un año

Megan había estado viviendo fuera de Stewartville, debido a que siempre tenía malos recuerdos por lo sucedido. Sus amigos la habían abandonado después de que terminaran la escuela.

Se sentía sola. Sus padres habían huido por el hecho de que Evan seguía suelto, su hermano estaba muerto y ella simplemente trataba de vivir su vida día a día.

—¡Hola Megan! —exclamó una de las pocas personas con las que había entablado una amistad.

—Hola Karen, ¿cómo estás?

—Bien. Iba de paso y te vi sentada en esta jardinera. Así que decidí pasar a saludarte. ¿Tú cómo estás?

—Bien, salí a tomar el aire fresco por un momento. Debo volver a casa y seguir investigando sobre universidades.

—Qué bueno Mega, me alegro por ti.

—Gracias Karen.

—Bueno, entonces no te quitaré tiempo. Espero pronto podamos ir a tomar un café, ¿te parece?

—Claro, me gustaría.

Ambas se despidieron. Megan se quedó un rato más sentada intentando apartar de sus pensamientos lo triste que se había convertido su vida. Una lágrima brotó de su ojo y fue cayendo por su mejilla hasta que tocó el suelo.

Se secó y salió del lugar. Tenía que salir adelante ante la vida que estaba llevando desde que Danny y Caroline se habían marchado de Stewartville. Hasta cierto punto los envidiaba, por continuar viviendo sus vidas y que su hermano nunca pudiera cumplir los grandes sueños que tenía.

Llegó a su casa y fue sorprendida por una persona sentada en la sala. Un escalofrío recorrió su cuerpo al ver de quien se trataba.

—Hola Megan, ¿me recuerdas? —dijo la silueta que traía una sudadera con capucha puesta.

—Evan...

—¿Cuánto tiempo? ¿Tres? ¿Cuatro años?

—¿Qué haces aquí? Es imposible que estés aquí.

—Es fácil seguirle la pista a las personas. Solo es cuestión de preguntar y mover a personas.

—¿Qué quieres? ¿Viniste a matarme tal y como lo hizo tu enfermo hermano con el mío?

—No. Vine a hablar contigo... He estado investigando y veo que tienes una vida realmente patética. Tus padres de abandonaron, tu hermano está muerto y tu situación como adulta está jodida. ¿No es cierto?

—Cállate imbécil —dijo Megan con los ojos cristalizados.

—Eres débil, pero sé que en el fondo tienes algo que podría serme útil. Eres como yo, solo que tú quisiste suprimir esa parte que sabes que está ahí.

—No sabes nada de mí, deja de hablar.

—Sé que en el fondo hubieras querido que Danny fuera quien estuviera muerto. Y que tu hermano viviera, ¿no es cierto?

—¿Qué? ¿Cómo sabes eso? —Megan desconcertada por aquel comentario observó como Evan sacó de su sudadera una libreta.

—Tu diario de niña caprichosa.

—¿Cómo es que tienes eso?

—No hagas preguntas tontas Megan. Deberías de preguntarte que fue todo lo que leí. Tus sueños internos en los que deseas matar a Danny, en los que deseabas a tu hermano como algo más. ¿Lo ves? Estás igual de trastornada que yo.

—Basta, por favor...

—Así que iré directo al grano. ¿Quieres llevar a cabo ese sueño? ¿Quieres acabar con la vida de Danny?

—¿Qué? No... no...

—Megan, ¿cómo es que ellos siguen vivos allá afuera? Y tú aquí sola, sin tu hermano. Si tú bien sabes que la historia debe terminar con la muerte de los ocho, y en manos del noveno niño del que nunca supieron hasta la graduación.

—No... no puedo.

—Vamos —se acercó a ella quitándose la capucha. La tomó de los hombros y la vio directamente a los ojos—. Sé que lo deseas y quieres.

Megan se sintió culpable por lo que estaba sintiendo en ese momento, pero era verdad que esos sueños los tenía continuamente. Era cierto que había fantaseado con acabar con la vida de Danny.

Miró a Evan y movió la cabeza en forma de asentimiento.

—Esa es la Megan que quería.

Evan la tomó de la mano y la llevó a su habitación en donde estaba atada su amiga con la que había conversado hace no mucho tiempo. Megan se sorprendió al verla sobre su cama, amordazada y con el rostro lleno de miedo.

Dio media vuelta para preguntarle a Evan lo que estaba pasando, pero él simplemente se limitó a darle un cuchillo. Le susurró al oído que ya sabía lo que tenía que hacer, que debía sacar a la Megan oscura que había suprimido durante años.

Karen comenzó a moverse más en cuanto Megan se acercó a ella. Tomó el cuchillo en su mano derecha, pero antes de clavarlo en su amiga, la dejó hablar. Imploró por su vida, le rogó que la dejara ir, pero Megan lo ignoró y acabó con su vida.


En la actualidad

—¿Megan?

—Hola Danny —respondió la chica con una sonrisa en su rostro.

Evan apareció detrás de ella y la tomó entre sus brazos besándola. Danny no podía creer lo que estaba viendo, ella estaba con ellos. Todo este tiempo había fingido ser su amiga.

Ahora entendía por qué habían sido invitados.

—¿Por qué Megan? Eres como una hermana para mí, no entiendo.

¿Por qué? Porque tú vives y mi hermano no. No sabes lo jodida que fue mi vida después de que él murió.

¿Alguna vez en tu último año me invitaste a estar con todos tus amigos? ¿Alguna vez en todo este tiempo quisiste que nos reuniéramos? ¿Alguna vez siquiera pensaste en mí, Danny?

En cuanto Evan me localizó las cosas se aclararon para mí. Él tuvo razón, todos ustedes deben morir. Si mi hermano no está vivo, ¿por qué ustedes dos sí?

—Megan escucha. No sabes lo que estás diciendo, Evan está jugando contigo —dijo Caroline intentando persuadirla.

—No, solo me convertí en lo que llevaba dentro. Esta soy yo realmente.

—Por favor Megan...

—¡Silencio! —exclamó Evan moviéndose hacia enfrente. Danny y Caroline dieron unos pasos hacia atrás por simple inercia.

Tiffany estaba jadeando, sabía que nadie saldría con vida de la situación en la que estaban envueltos. Pero pensó en el par que estaba frente a ella, y entonces decidió gritarles lo que había descubierto.

—¡Huyan! Busquen otro cuadro como este y encuentren la entrada a los túneles. ¡Corran!

Megan le arrebató el cuchillo a Claire y cortó el cuello de Tiffany. Caroline dio un grito al ver a su amiga caer al suelo muerta. Danny la jalo de la mano y salieron disparados del lugar.

No asimilaban todo lo que estaba pasando. Megan, con quien habían crecido los había traicionado de la manera más cruel. No podían creer que estuviera aliada con la persona que quería quitarles la vida, no creían que ella misma quería verlos muertos.

 No podían creer que estuviera aliada con la persona que quería quitarles la vida, no creían que ella misma quería verlos muertos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Stewartville (Libro III) |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora