Ver el mismo cielo

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La espada llena de sangre dejaba rasguños en el piso de madera mientras era manipulada por un cuerpo sin gota de cansancio.

- Te caerás de la mesa. - Advirtió el espadachín a su compañero, quien se encontraba admirando un hermoso y rojo rubí que brillaba contra la blanca luz de la luna.

- ¿No es hermoso Seonghwa? - Lo miraba con fascinación mientras lo sostenía entre su dedo índice y pulgar, haciéndolo girar sobre su eje. - Brilla como mil soles en un desierto, es tan rojo como la sangre de estos idiotas y tan caro y precioso como las riquezas de estos mismos.

- Sí, es rojo, brilla y caro. - Levantó su espada para comenzar a limpiarla con una servilleta que encontró sobre una de las mesas de ese bar. - Ya lo entendí, ¿podemos irnos? Sabes que odio el olor de la sangre y siento que los ojos de estos asquerosos me siguen viendo.

- Te da asco la sangre cuando tú mismo los matas, a veces no te entiendo. - Guardó el rubí dentro del bolso que llevaba atado a la cintura.

- Hongjoong, vámonos. - Volvió a pedir Seonghwa mientras envainaba su espada.

- Que aburrido. - Dijo antes de guardar una de sus pistolas en su funda.

Bajó de la mesa y pasó al lado del humano sin poderes. Ambos salieron de bar lleno de cuerpos sin vida y manchado de sangre, ya quería ver la noticia a la primera hora de la mañana en los periódicos.

- Mira. - Llamó Seonghwa. - La aurora.

- Es común en esta época. - Dijo sin mucho interés, iba decidido a comenzar a caminar pero al ver que su compañero no lo seguía giró a verlo.

Seonghwa miraba con fascinación la aurora que cruzaba el cielo, como un niño pequeño cuando conoce la nieve o cuando ve algún juguete en la estantería de algún local. Hoongjoong miró en la misma dirección y vio que el mayor miraba la aurora de hermosos colores. Mientras él admiraba un rubí por su precio y valor, el mayor admiraba la belleza de una aurora por sus colores y brillo. El más bajo sonrió ante la imagen de su pareja y se quedó mirando la belleza natural con él un momento más.

[...]

La luna estaba extrañamente hermosa esa noche, su brillo hacía que el cielo se viera especialmente luminoso. Le generaba una sensación de vacío y nostalgia, también esa extraña sensación de cuando sientes que olvidaste cerrar la puerta de tu casa o cuando no llevas tus llaves contigo, como si se le olvidara algo pero no lograba recordar qué era.

Mingi se sentía perdido mientras miraba la hermosa Aurora pasar por el cielo junto a la brillante luna, tal vez si la seguía encontraría la razón para no sentir ese vacío en su interior.
Mientras el pelirrojo miraba por su ventana y se perdía de la fiesta que estaba dando su familia, en las alturas, en el tejado de la casa del frente, se encontraba un chico rubio mirando a Mingi, en compañía de su gato. El chico miraba atentamente al pelirrojo desde la chimenea de la casa, se preguntaba qué pasaba por su mente.

El gato, castaño con una mecha blanca en su cabeza, se le acercó ronroneando en busca de mimos y caricias , las cuales consiguió sin mucho esfuerzo. El rubio acariciaba al animal sin quitar la vista del chico en la ventana cuando de repente vio como éste giraba la cabeza hacía dentro de la casa. De seguro lo habían llamado y ya se iba. Mingi dio una última mirada al cielo y desapareció después de cerrar las cortinas. El otro dio un suspiro triste al ver que el objetivo de su visión se desvaneció.

- A veces eres muy tonto Yunho. - Dijo el gato mientras se alejaba.

- Dime algo que no sepa. - Le contestó el humano, viendo como el felino regresaba a su forma humana y se sentaba junto a él.

Secrets And Lies - ATEEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora