Capítulo 1

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De camino al altar puedo ver cómo me mira Liam, mi amor, el hombre al que voy a darle el si quiero, daría saltos de alegría si no fuese por lo que me aprieta el corsé. Mi padre, Miguel, me agarra con fuerza.

- Tranquila hija, no voy a dejar que te caigas, relájate, estás muy tensa Leire.
- Gracias Papá, no te preocupes, estoy bien, los nervios son de alegría!!

Al llegar al altar, mi padre le estrecha la mano a Liam, ya mi me da dos besos. El sacerdote empieza con el protocolo nupcial y todos los invitados prestan a tención en silencio. Es una boda bastante multitudinaria, mis padres se han encargado económicamente de toda la boda e invitados, se lo pueden permitir, así que han invitado a mucha gente.

Mi novio está guapísimo, es alto y tiene rasgos nórdicos, rubio y ojos azules, es un hombre muy apuesto e inteligente, por eso aún no me creo que vaya a casarme con el, teniendo en cuenta que yo soy muy normalita, más bien bajita, con curvas y de pelo castaño claro.

- Liam, tomas a Leire como esposa en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte os separe? - dice de repente el sacerdote.
- Si, quiero.
- Leire, tomas a Liam como esposo en la salud y la enfermedad hasta que la muerte nos separe?
- Si, quiero.

Nos declara marido y mujer, sellamos nuestro amor con un beso, y todos los invitados empiezan a aplaudir. Doy saltitos de alegría agarrada a Liam. “Ya soy su esposa, no me lo puedo creer”. Todos nos felicitan y no paran los elogios: ¡estás preciosa!! ¡Hacéis una pareja muy bonita!! ¡Que tengáis un matrimonio muy feliz!!.
Mi padre nos ha alquilado para este día un coche precioso que nos lleva hasta la finca donde se va a celebrar el enlace y nosotros no paramos de besarnos durante todo el trayecto, y aun que noto a Liam algo nervioso, estamos felices.

El lugar es absolutamente precioso, está decorado con muy buen gusto. Es un césped con las mesas y sillas blancas, flores en los centros de mesa y la mesa nupcial especialmente bonita, tiene pinta de que haya sido obra de un decorador profesional. Los invitados van sentándose y los platos van sirviéndose, todo el mundo parece que está disfrutando de la comida y la bebida con canciones románticas de fondo. Partimos juntos la tarta para que puedan degustarla nuestros invitados y abrimos la pista de baile con nuestra canción, la que nos recuerda el unto al otro y hace que nos echemos de menos cuando no estamos juntos.

Mi padre, micrófono en mano, pide un minuto de atención.

- Muchas felicidades al reciente matrimonio, espero que seáis muy felices, y como regalo de bodas, mi esposa y yo queremos que aceptéis esta finca donde estamos celebrando vuestra unión. ¡Enhorabuena!!

La finca, mi padre nos acaba de regalar la finca… supongo que es una forma de asegurarse de que vengamos al pueblo continuamente ya que es donde ellos viven desde que se jubilaron, por qué nuestra idea es vivir en la gran ciudad donde trabajamos los dos.

El sol está cayendo, algunos invitados empiezan a irse, cuando veo a un señor que desentona entre los invitados, es un hombre moreno con vaqueros y camiseta blanca, tenía media melena y unos 50 años, bastante atractivo y hablando con uno de los camareros del catering. El camarero nos señala le pide que espere allí y se acerca a nosotros.

- Hay un señor que quiere hablar con vosotros, dice que es importante.

Cuando le dirijo la mirada, no puedo evitar recrearme en sus ojos verdes, ese señor con 20 años menos debió ser todo un donjuán.

- Claro, por supuesto.- me limito a contestar.

El camarero le hace un gesto con la mano, y empieza a moverse hacia nuestra dirección, sin darme cuenta no puedo dejar de mirarlo mientras se acerca…

En la Boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora