Capítulo 15

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Me pongo el pijama mientras sonrío inconscientemente, “Me ha llamado pequeña”. Me distraigo pensando en sus ojos, en su boca…

“¿Pero que estoy haciendo??” Yo estoy casada.

- “CASADA”.- digo en un susurro, con enfado.- ¡¡casada, casada!!!!

Yo tengo una vida en la cuidad, tengo un trabajo, unos proyectos de futuro… llevo unos días aquí metida y me estoy creando yo sola el síndrome de Estocolmo.

Me meto en la cama, molesta conmigo misma, me siento imbécil, me estoy comportando como si estuviese en el instituto.

El dormitorio está casi oscuro, si no fuese por algo de luz que entra por la ventana, la tenue luz de la luna, y yo, trato de distraer mi mente con la rutina del día a día que hago en mi casa, dónde voy a seguir viviendo con Liam.

Cuando noto que mi cuerpo se relaja, que me invade el sueño, algo fuera de la ventana hace que tape la luz de la luna, y el dormitorio que da a oscuras.

Levantó la cabeza, confusa, miro para la ventana, pero desde la cama no se ve nada, me siento en la cama dudando “¿Los lobos?” si le doy un grito a Nashua probablemente me oigan, “¿Y si es solo una nube, que ha tapado a la luna? No, el dormitorio está muy oscuro”

Me levanto, valiente, a mirar por la ventana, y cuando me asomo, unos ojos me miran, a muy poca distancia. Solo nos separan el cristal. Mi cuerpo se paraliza y mi corazón se agita. En la oscuridad solo mis oídos me dan una pista de lo que pasa, el sonido de un cristal que se rompe de una forma muy violenta. Algo fuerte y grande me empuja hacia atrás de modo que caigo en la cama.

Me aplasta, no puedo respirar.

- Nash…- intento hablar, pero no tengo aire.

Unos dientes enormes se acercan a mi cara. No puedo moverme, no puedo hacer nada, ni siquiera respirar.
Intento dar un grito fuerte con mi último aliento, que se queda en un simple susurro.

- Nash… - El dijo que me protegería.- Nash…

Algo suave roza mi cara.

- Gorrión, ¿estás bien pequeña? – su voz – eh, vamos, despierta…
- ¡Nashua!!- me oigo gritar.

Doy un respingo al escuchar mi propio grito. Dios mío, estaba soñando, malditos lobos, no me dejan en paz ni siquiera en mis sueños.
Ese olor, recuerdo ese olor a madera fresca, tan embriagador. Ese aroma tan intenso hace que necesite abrir los ojos.

Ahí está él, o lo que la tenue luz de la luna me deja ver de él, cerca, muy cerca. Sus ojos verdes están justo delante de los míos, su pelo cae por mí cara y sus manos me agarran los hombros, está inclinado sobre mi, en la cama.

Yo inevitablemente inspiro su olor, es reconfortante. Agradezco la oscuridad por qué tenerlo tan cerca hace que se me caliente la cara.

- Nashua… - susurro en voz baja.
- Estabas llamándome. – contesta en el mismo tono.

Respiro hondo su aroma, su fragancia me resulta tan atrayente, que tengo la tentación de acercarme más.

- ¿Estás bien?. – Dice interrumpiendo mis pensamientos.
- Tu me trajiste a la cabaña…
- Pensaba que eso ya lo sabias, gorrión.- su tono es pausado y dulce.

El olor que emana de su piel, no me deja pensar con claridad.

- Hueles realmente bien, es lo que me ha hecho recordar ese momento.
Mi comentario parece que le resulta incómodo, y se aleja hasta los pies de la cama donde se sienta. Se retira de mi, y con él se lleva su olor.

- No, espera… - Le digo con un tono con el que sueno un poco desesperada.
- Siento haberte despertado, estabas gritando mi nombre…
- ¿Por qué te alejas? – Le interrumpo.
- Pensaba que entrar en tu espacio personal te podía resultar incómodo.
- No… - susurro.

Me incorporo, y gateo en su dirección, con la única intención de respirarlo. Se queda completamente quieto mientras me acerco a él, hasta la altura de su cara, e inspiro en su pelo. El gira la cabeza hacia mi, y sin pensarlo, lo hago. Le beso.

En la Boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora