Capítulo 33

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El, cuando me reconoce echa a correr en mi dirección.

- ¡¡Cariño!! – grita.
- ¡Liam! – abro los brazos para recibirlo.

Se me abalanza para darme un beso pero yo hago un movimiento rápido para que acabe siendo un abrazo. El lo acepta, de tal manera que hace que me levante del suelo durante unos segundos hasta que mis pies vuelven a tocar el asfalto. Viene con camisa celeste, pantalón de vestir beige y repeinado como siempre suele ir, arreglado.

- Cariño, ¿cómo estás?, ¿Qué ha pasado?, ¿Dónde has estado?

No se muy bien por dónde empezar o que contarle exactamente, así que me quedo en silencio buscando una vía de escape.

- ¿Dónde están mis padres? – pregunto.
- Cariño no me ha dado tiempo de hablar con ellos, he venido a por ti, sin perder más tiempo.
- Pero, vienes con el coche de mi padre.
- Claro, mi coche quedó completamente destrozado el día del accidente, y tu padre me ha prestado el suyo para poder desplazarme, iba para el hotel donde me alojó cuando me has llamado.
- ¿Qué recuerdas tu del accidente? – le pregunto un poco dolida.

El se sorprende un poco por la pregunta que le hago, y se queda mirándome, un poco desconcertado. Yo al intentar apartar la vista me doy cuenta de que el bosque queda cerca de donde estamos, me da miedo que los lobos puedan estar acechándonos, estamos aquí solos, los almacenes están cerrados.

- ¿Te importa si hablamos en el coche? – le pido con cierta urgencia.
- Si, por supuesto, es una gran idea, ahí hablaremos más tranquilos. ¡Vamos! – me anima.

Intenta cogerme de la mano para llegar hasta el coche, pero yo me giro rápidamente para cargar con mi maleta. Él, como cualquier caballero que se precie, me la quita de las manos para cargarla él, hasta que llegamos al coche. Abre el maletero y coloca la maleta, detrás.

- Sube. – me dice sonriendo.

Hago lo que me dice y cierro la puerta, el hace lo mismo. Conozco el coche de papá, así que desde dentro cierro herméticamente el vehículo. El me mira y me sonríe.
- Esta bien, ¿Qué pasó después del accidente? – Insisto, quiero oír de su boca lo que pasó. A ver qué explicación puede darme.
- Cariño, yo apenas recuerdo nada del accidente. Desperté en la habitación del hospital del pueblo. Por lo visto alguien me encontró andando por el arcén de la carretera en estado de shock, mareado y sangrando. No sé cómo fue el accidente y como salí del coche. No recuerdo haber llegado al hospital. Solo preguntaba por ti y nadie tenía noticias tuyas.

Me quedo en silencio, mirándolo con los ojos como platos. No tenía ni idea.

- Vaya… - contesto sin saber que decirle.

El me coge la mano, con delicadeza.

- ¿Dónde has estado?, ¿Has hablado con alguien desde el accidente?
- No, yo no, no he tenido ninguna forma de ponerme en contacto con nadie. Ni por teléfono móvil ni nada.
- ¿Entonces, desde donde me has llamado? – pregunta extrañado.
- Desde el móvil de la chica que me ha recogido, ellos me ha dejado hacer una llamada. Menos mal que recuerdo tu número de memoria.
- ¿Pero los conoces de algo? – Pregunta intrigado.
- No, me han recogido a mitad de camino, y me han dejado ahí, dónde me has visto.
- ¿Entonces, Nadie sabe que estás aquí, excepto yo?
- Supongo, ¿Por qué?. - contesto a la vez que me deshago de su mano, me crea un poco de desconfianza.
- No, por nada, es solo por curiosidad. – dice con media sonrisa.
- Vamos, déjame tu móvil, quiero hablar con mis padres. – le pido suplicando qué no note urgencia en mi voz.
- No – Contesta tajantemente.
- ¿No? ¿Por qué no? – mis palabras son pura súplica.
- No, por qué tú estás muerta.

El pánico me paraliza, y noto como  se me empiezan a enfriar las manos. No sé hasta qué punto eso es una amenaza, no entiendo nada.

- ¿Muerta?

En la Boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora