Capítulo 12

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Golpes, en la puerta. "Alguien llama"

- ¡Nashua!!!! - Grito con desesperación


- Vamos, ábreme, están cerca. - Se oye tras la puerta.

Un segundo me basta, para ponerme en pie y abrir. Ahí esta, mojado, sucio y manchado de sangre.

- ¡¡Oh Dios mío, estas vivo!!- Digo sin evitar levantar la voz.


- Si no te apartas, no puedo entrar.- masculla, parece enfadado.

Me echo a un lado y el entra manteniendo las distancias, como siempre. Yo cierro la puerta a sus espaldas. Lo sigo con la mirada mientas avanza hacia la ventana de la cocina, querrá ver si lo han seguido, yo intento acortar las distancias con el.

- ¿¿¿Estás bien??? - Pregunto apresurada.


- No te acerques, aléjate de mi.- Me escupe esas palabras sin contemplaciones.

Se me encoge el estómago, no estoy acostumbrada a que me hable así.


Entonces me fijo en el, en su cuerpo, tiene una herida sangrante en el brazo, la espalda llena de arañazos y marcas de mordiscos que recorren su piel morena.

- Estás herido, déjame que te cure, por fav...


- ¡¡NO!! He dicho que te alejes, ¿No me oyes?

Paro, y doy un paso atrás. Agacho la cabeza mirándome las manos, la verdad es que no sé qué decir.

- Deberías darte una ducha, mírate.- Suelta sin apartar la vista de la ventana.

Me miro las piernas, tengo las mallas rotas, con cortes que me llegan hasta la piel y las heridas llenas de barro, la camiseta y los tenis manchados, la verdad es que entre el barro y la sangre parece que he salido de una novela de terror.

- Está bien...- Le digo con un susurro.

Sin saber realmente cómo encarar la situación, entró al dormitorio, cojo algo de ropa y me meto en el baño.


En el espejo, el reflejo delata mi aspecto, el pelo mojado, enmarañado y revuelto, tengo arañazos en la cara y la sangre aún no se ha secado. Hasta en el cuello tengo heridas.

Aunque ahora mismo eso es lo que menos me preocupa, mientras me desnudo y me ducho, mi cabeza no para de culparme por lo que he hecho.

Se ha dedicado de alguna manera a cuidarme, y yo he desconfiado de él. He arriesgado mi vida, por no creerle, y el ha arriesgado la suya por mí, por mí desconfianza y sin apenas conocerme. Lo han herido y podían haberle matado. Está en su derecho de estar enfadado, me lo advirtió, que no saliera de la cabaña y lo hice. Es normal que no quiera hablar conmigo, si hubiese sido al contrarío no sé cómo habría reaccionado yo en su lugar. Por otra parte es un alivio que este aquí, aunque no me mire, aunque no me hable, pero al menos está vivo, está aquí. Tengo que hablar con él y pedirle disculpas.

"¿Y lo del lobo blanco?" Estoy tan impactada con todo esto, que hasta me planteo si eso es algo que he visto con mis propios ojos, o algo que mi mente me ha creado.

"¿Cuánto tiempo llevo en la ducha?" Debería salir ya, tengo una conversación pendiente con el.

Me seco rápido, me visto. Vaqueros, camiseta y jersey rojo, hoy parece que hace más frio. me envuelvo el pelo en una toalla.

Salgo y veo que está de espaldas, agachado, encendiendo la chimenea.

- Gracias.- le digo casi en un susurro. - Parece que la temperatura está más baja hoy.

No contesta, eso me pone un poco nerviosa, con el peine en la mano me siento en el sofá a peinarme sin quitarle los ojos de encima. Cuando parece que prende el fuego, coge unas prendas de ropa que hay dentro de un armario, al lado de la chimenea y en silencio entra al baño.

No he podido verle la herida, no sé si aún le sigue sangrando. Tengo que hacer algo. Me peino rápido que aunque tengo el pelo a la altura de la cintura lo consigo en 5 minutos, me meto en la cocina y procuro preparar algo.

Veo algunas verduras, y las pongo a cocer, preparo unos huevos, saco pan y corto un poco de queso. Todo eso con el sonido de la lluvia de fondo. Ya se va notando el calor de la chimenea en la habitación.

Preparo la mesa y me siento a esperar que salga del baño, estoy nerviosa, no sé cómo sacarle el tema, o que decirle. El sonido de la ducha se apaga. Y me quedo mirando la puerta, impaciente.


En la Boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora