Capítulo 34

3.6K 342 3
                                    

Su mirada cambia, cómo si sus ojos se oscureciesen, acompañada de una sonrisa maliciosa.

- Si cariño, muerta…
- ¿Pero… tu…?
- Tus padres te enterraron la semana pasada. No puedes aparecer ahora como si nada.
- ¿Pero qué ganas tú con mi muerte? – digo levantando la voz.
- ¿Qué gano?, Pensaba que eras más lista. ¿Sabes que estamos casados en gananciales, no?, Eso quiere decir que si te pasa algo todos tus bienes me perecen.
- ¿¿Pero qué bienes?? ¡¡¡Si lo único que tenemos a medias es un apartamento en la ciudad!!!
- No cariño, tu padre nos hizo un ingreso bastante suculento el día de nuestra boda, se supone que iba a ser una sorpresa para ti, igual que el regalo de la finca, lo que pasa es que nunca llegaste a verlo, moriste en el accidente. Toda una tragedia.

No soy capaz de reaccionar, que traición más grande y vil por su parte, estoy completamente fuera de contexto en esta situación. No imaginaba por nada del mundo que Liam fuese tan malévolo, todo esto por el dinero.

- Pero, ¡¡podrías disfrutar de todo eso conmigo viva!! – tengo que salvar el pellejo como sea.
- ¿Bromeas?, ¿Por qué crees que nos casamos llevando juntos tan solo un par de años? Tuve mucha prisa en contraer las nupcias contigo cuando supe quién era tu padre, tu no me interesas lo más mínimo… pero al ser tu viudo, se que tengo todo el dinero que necesite de cara a tu padre, al ser su eterno y único yerno, no sabes lo bien que se me da darle pena, ya me ha regalado este coche... Así que con dinero y mi encanto, no me van a faltar rubias que me cabalguen desnudas encima. Si ni siquiera eres mi tipo, sabes que siempre he estado con rubias, altas y delgadas… ¿¿Crees que podría hacer eso, si tú sigues viva??
- Pero… mis padres… ni siquiera han visto mi cadáver. ¿Cómo han podido enterrarme? – digo con agobio, con mucho agobio.
- Cariño, ¿¿Tienes idea de cómo quedó el coche después del accidente?? Era todo un amasijo de hierros, quemados, por qué el coche ardió, como para encontrar un cuerpo…

“Vas a morir, y no vas a volver a ver a Nashua” El pánico me invade de tal manera que ni los lobos me habían asustado tanto aquel día que intenté escapar. Y lo peor de todo es que huyendo de los lobos, al final voy a acabar muriendo a manos de alguien que se supone que debería protegerme.

Me giro rápidamente, y tiro de la maneta de la puerta para abrirla.

- ¡No salgas del coche! – me ordena.

Hago caso omiso, me bajo de coche y echo a correr. No voy a dejarme asesinar así como así, aunque teniendo en cuenta que Liam es un hombre bastante grande, no pinta bien las cosas.

Corro como alma que lleva el diablo y se que Liam me pisa los talones, entonces noto una punzada en el pecho, “no voy a volver a ver a Nashua”, y el echo de perder mi vida no me asusta tanto como de pensar que Nashua sea capaz de quitarse la suya, de pensar que no voy a volver a oler su fragancia, sus ojos verdes, sus labios gruesos… Así que me armo de valor, cierro el puño con decisión, me giro, y entre la fuerza que empleo y la velocidad que el trae, doy un golpe certero en su cara, que lo hace parar en seco y ambos caemos al suelo, de espaldas a dos metros el uno del otro. Un dolor inmenso me palpita en la mano, creo que me he roto algo.

- ¿Cómo puedes ser tan zorra?, Te acabas de ganar una muerte lenta y dolorosa, maldita estúpida. – dice en el suelo con la mano puesta en la cara.

Su cara y su forma de decírmelo hace que realmente crea su amenaza, así que sin apoyar la mano derecha, la dolorida, en el suelo, me levanto como puedo, y echo a correr otra vez, en sentido contrario dónde está la carretera, en sentido contrario de dónde viene Liam hacia mi.

- ¡¡Socorro!! – grito desesperada. – ¡¡Ayuda, por favor!!!
- ¡¡Cállate, estúpida!! – me ordena. - ¡¿Quieres atraer a los lobos?!

En la Boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora