Capítulo 10

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Me he puesto de pie de un salto, mi corazón me va saltar del pecho, vaya sueño más real, tanto, que sigo asustada. “Necesito salir de aquí” pienso nerviosa, casi llorando.

Salgo hacia el salón, buscando a Nashua pero él no está, no esta en la cocina-salón, ni en el baño. Escaneo rápidamente la cabaña. Ni rastro de el, me meto en el dormitorio casi decidida de que es el momento, hasta que algo me convence del todo.

Miro por la ventana, está lloviendo, llueve. “Se supone que los animales se refugian de la lluvia ¿no???” me pregunto casi afirmándolo, si es que hay lobos… “¿y si no hay?” lo mismo estoy yo aquí asustada y afuera no hay NADA solo mentiras. Quiero ver a Liam, no se donde está. No se para que se supone que me tienen aquí.

Me visto, me pongo unas mallas, una camiseta y una sudadera. Me recogió el pelo en una coleta y me pongo los tenis, mi idea es coger algo, pero ¿el que?? Doy vueltas un segundo por la habitación, y mí mente me mete prisa.
“¡Ahora o nunca, rápido!!!”.

Me dirijo hacia la puerta de la calle, “¿y si Nashua está cerca y me ve de salir??”. Sin miedo, abro la puerta y echo a correr.

No hay mucha luz, pero la lluvia hace que mantenga los ojos medio cerrados, frente a la casa hay una pequeña explanada de hierba, pero el bosque se cierra de árboles y musgo frente a mis narices, voy a tener que meterme ahí.

Noto como me cae el agua y se me pega la ropa al cuerpo pero aún así no lo pienso, me adentro en el bosque, dejo la cabaña atrás, lejos. Noto arañazos en las piernas y en la cara, el pelo se me enreda con las matas que quieren frenar mis pasos pero yo acelero, ¡soy libre!!! La velocidad que alcanzo me confirma que voy cuesta abajo. Corro en línea recta esquivando cómo puedo ramas y piedras, saltando o agachándome dependiendo del obstáculo que quiera pararme, tengo la sensación de que voy en buen camino para dar con la carretera, necesito que encontrar a Liam, tengo que hablar con alguien de mi familia para que me ayude buscarlo, para que sepan que estoy bien, que todo esto ha sido una trampa. El sonido de la lluvia y mis pasos me acompañan. Me engrandezco al ver que lo estoy haciendo, que yo tenía razón, que solo hay bosque y que los lobos gigantes no existen, y los normales estarán refugiados de la lluvia. Me siento con fuerza, con ganas, hasta me creo más alta, pero…

“¿Eso ha sido un gruñido??” Mi mente quiere asustarme, ha sido el sonido de las ramas al romperse por mi paso. Yo sigo mi ritmo, hasta que oigo algo y que hace que me pare en seco.

Mi corazón me golpea fuerte, la lluvia me pega el pelo en la cara, intento echármelo hacia atrás, creo que he perdido el coletero. Quieta, en silencio veo un movimiento rápido con el rabillo del ojo y giro rápidamente la cabeza. “¿Qué es eso??” “Leire cálmate, estás en modo pánico en medio del bosque, hay pájaros, ardillas…” Un gruñido fuerte, en mi espalda, me saca de mi pensamiento. Instintivamente me giro y ahí está.
Es un lobo negro, enorme, más grande de lo que parecía en mi sueño. Me está mirando con la cabeza gacha, enseñándome los dientes y sigue gruñendo. Yo suelto un grito tan fuerte que se mueven las copas de los árboles llenas de pájaros espantados.

Me giro y echo a correr, “¡Por favor, por favor!!! Tengo que ir más rápido!!! Por favor!!!!” aterrada, mis pies casi no tocan el suelo. Hay zonas más claras y otras más cerradas de árboles, “por ahí, ese lobo es tan grande que no va a poder pasar por entre estos árboles”. Mis piernas me arden, seguro que las tengo llenas de arañazos, pero ahora eso es lo de menos, Yo sigo atravesando esa zona, la cual espero que sea bastante grande, por qué parece que he perdido al lobo.

Mi pie da con algo duro, que no he visto, y caigo de boca al suelo. Y el pánico que tenía se convierte en terror.

Intento levantarme rápido, pero al despegar la cabeza del suelo, ahí están unas patas enormes delante de mí. Está justo delante, me siento como puedo, muy despacio, no quiero hacer movimientos bruscos.

El lobo negro me mira con cara de pocos amigos, “tengo que intentar correr hacia esa zona tan poblada de arboles” vuelvo la cabeza, para mirar a mis espaldas por dónde he llegado hasta aquí, pero desgraciadamente solo puedo ver otra bestia. Este otro es marrón y parece algo más viejo, pero sigue siendo un lobo exageradamente grande.

Me rindo, solo espero no sufrir mucho, soy una chica pequeña no tengo nada que hacer con dos animales de estas dimensiones, así que mis sentimientos afloran y echo a llorar, sentada en el suelo, mojada y llena de barro. Estoy rodeada. Poco a poco parece que se acercan algo más, ya ni siquiera podría echar a correr, pero mi mente, al fondo, me grita “¡NO!!, ¡NO!!” “¡no pienso morir tirada en el suelo llorando!!, Al menos aún me queda mi dignidad!!” me quito el barro de la cara y el pelo, estoy helada, pero poco a poco me pongo de pie y me niego a que ni una sola lágrima salga de mis ojos, en pie, con la cabeza bien alta, espero mi fin.

En la Boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora