Capítulo 40 DESENLACE

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Dejando atrás el callejón, nos dirigimos a los árboles, en dirección al bosque. Yo me agarro fuerte y pego mi cuerpo a su lomo, y mientras noto la velocidad a la que vamos, voy disfrutando su olor, con mi cara pegada a su nuca. Aún no soy capaz de creer que hayamos podido salir del callejón estando los dos prácticamente bien. No quiero imaginarme en qué situación estará Liam, en cómo habrá echo con los lobos, de echo no quiero pensar en el. Quiero mirar hacia adelante, hacia el bosque, hacia un futuro cercano con Nashua, mi lobo.

Ya dentro del bosque, aminora el trote hasta parar, y se agacha. Yo me bajo de encima por qué supongo que es lo que quiere que haga. Ya en pie en el suelo, veo como se adentra detrás de unos arbustos bastante opacos, y antes de darme cuenta, aparece él. Su larga melena negra cayéndole por delante de los hombros, sus ojos verdes y sus labios gruesos, serio. Su torso moreno y atlético, con un pantalón negro que le empieza más abajo del ombligo, aguantado en sus caderas, y descalzo. No puedo dejar de mirarlo deseando tirarme a sus brazos.

- Tenía aquí escondidos estos pantalones. – asegura, y se pone serio. - ¿Estás bien? Dime qué estás bien…
- Si, si… ¿y tus heridas? ¿Y tu cuello?- pregunto asustada.
- Ya solo son cicatrices – contesta serio. – pequeña, yo solo necesito que estés bien, cuando tuve a los Tala en el pozo no les quedo más remedio que tomar forma humana, si no querían morir ahogados, y fue cuando me contaron el plan de Liam. Me volví loco al enterarme que había mandado a mi padre a que te llevara con la persona que quería matarte. Fui a la cabaña con la esperanza de encontrarte aún allí, pero mi padre me dijo, que ya te había dejado en el arcén de la carretera, llegué al pueblo desesperado, hasta que escuché tu voz, gritando mi nombre, cómo si supieses que yo estaba ahí. Buscándote.
- Gracias. – Digo dando un paso hacia adelante.
- No tienes que agradecerme nada, solo necesito, al menos que estés viva y a salvo, no tienes ninguna obligación conmigo. No sientas que me debes nada.
- ¿¿Pero… soy tu vínculo no?? – le digo suplicando.
- ¿Quién te ha dicho…? Nehiem…

Asiento con la cabeza, con timidez.

- Yo no he querido contarte nada de esto – me dice, serio - darte toda la información sería como obligarte a esto. Y yo solo quiero que seas feliz, conmigo o sin mi.

No soporto esas palabras de su boca “sin mi”, así que acorto nuestra distancia hasta que su pecho y el mío entran en contacto.

- No puedo ser feliz sin ti – le confieso – me ahogo, se me nubla el alma, ni siquiera puedo comer. No lo soporto.

A él le aparece una sonrisa en la cara, feliz. Me abraza con fuerza, contra su cuerpo y me besa. Su sabor hace que derrita en sus brazos, mi cuerpo reacciona, mi corazón late con fuerza, también puedo notar el suyo. Nos fundimos en un beso largo y lujurioso. Nos hemos echado de menos mutuamente.

- Ah por cierto – dice con su boca pegada a la mía. – yo también Te Quiero.

Eso me hace sonreír, a Takaqua le dio tiempo darle mi mensaje.

- ¿Siempre es así? – le pregunto hipnotizada en sus ojos. – ¿siempre es dolorosa la separación a los que estamos vinculados?
- No, hay una solución para eso, tenemos que celebrar el ritual del vínculo en honor a la luna, ella nos libra de las malas sensaciones del vínculo, e intensifica las buenas. Así podemos hacer una vida de pareja normal y no notaremos sufrimiento al estar separados físicamente, siempre y cuando no pase más de un día. Y todas las cosas buenas que nos hagamos sentir el uno al otro, serán las mejores experiencias de nuestras vida.

Estoy completamente fascinada por todo el poder que tiene la luna sobre nosotros, y desde luego que tenemos que hacer algo en su honor, nos ha unido. Le debemos mucho.

- Pero… bueno, tendré que invitar a mis padres, aunque a ver cómo le explico todo esto…
- ¿¿A tus padres?? – pregunta sorprendido.
- Es la celebración de nuestra unión, ¿No?
- Mi pequeño gorrión, si, es la celebración de nuestra unión, pero ese ritual, se sella haciendo el amor, completamente desnudos a la luz de la luna, en noche de luna llena. Pero vamos, si tú quieres traer a tus padres, por mí encantado… sin problema…

Nos echamos a reír, felices.

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Con el teléfono de Liam, he podido llamar a mis padres, que se han vuelto locos al escuchar que estaba bien, una vez en su casa, hemos llamado a la policía, les he contado que Liam me ha tenido secuestrada en el bosque, durante todo este tiempo y que en un despiste suyo le he cogido el teléfono, sin que se diera cuenta, que gracias a Nashua (que se ha vestido de forma decente, para poder presentárselo a mis padres cómo mi salvador), que ha escuchado mis gritos cuando Liam no estaba, he podido salir sana y salva del bosque. Ya que ni siquiera tenía cobertura.

La policía consigue localizar el coche que llevaba Liam, el de mi padre, en la callejón de los almacenes, han visto que hay sangre seca en el suelo y nos dicen que probablemente haya sido atacado por animales salvajes, ya que el bosque esta justo al lado. Pero no hay rastro de Liam por ningún sitio, así que legalmente lo dan por muerto y a mi por viuda.

Yo decido quedarme a vivir en el pueblo, pero me niego a aceptar la finca donde se celebró mi boda, en cambio me instalo en una pequeña casita que me regala mi padre, dónde podemos disfrutar Nashua y yo de nuestro amor, sin que él llegue a distanciarse de su aldea y desde dónde yo puedo seguir trabajando, con mi portátil. Mis padres notan que Nashua se ha hecho imprescindible en mi vida, para ellos ha sido algo repentino, pero me ven muy feliz, así que gustosamente lo aceptan, sin desconfianzas.

En la aldea, le han asegurado a Nashua, que los Tala están desaparecidos, junto con Liam, suponen que se han ido lejos porque han quebrantado una de las normas básicas. No matar a nadie.

Nosotros hemos estado esperando impaciente la noche de luna llena, así que para hacerlo bien, hemos decidido pasar el día en la cabaña, para rememorar nuestros primeros días, solos y esperando que caiga el sol. Cuando ya se cumplen los requisitos, salimos a la pequeña llanura que hay justo delante de la cabaña dónde colocamos una manta mullida.

- ¿Estás lista? – me pregunta divertido.
- Por su puesto – le contestó con seguridad – deseándolo.
- Ven aquí, pequeña.

Me agarra por la cintura, y me besa con pasión, con ansiedad. Me tumba sobre la manta con delicadeza, mientras me devora y masajea mi cuerpo por encima de la ropa, que empieza a sobrarnos.

- Se supone que tendríamos que estar desnudos, ¿no? – le pregunto.
- Efectivamente.

Se pone de rodillas entre mis piernas mientras que yo sigo tumbada, agarra con fuerza la cintura de mi pantalón y de un tirón me los hace añicos.

- ¡No! – le grito a carcajadas – ¡puedo quitármelo yo!

Se tumba sobre mi, aguantando su peso con los codos.

- Eres mía pequeña.

En la Boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora