No te elijo

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—Hola, pase señor —pronunció haciéndose a un lado.

Cep entró a la casa, y observó que las paredes ya estaban pintadas, habían algunos muebles aún envueltos, nuevos, y muchas cajas por toda la sala.

—Se verá bien cuando esté lista.

—Sí, eso creo —sonrió levemente—. Disculpe si no tengo nada que ofrecerle, los electrodomésticos llegan la semana próxima.

—Summy, estoy muy orgulloso de ti, y todo lo que has hecho en este tiempo. En verdad, yo a tu edad no hubiese sido tan maduro, no lo era —reconoció sonriendo—. Yo estaba completamente embobado por una mujer, no podía pensar en otra cosa más que en sexo y la puesta. En cambio tú, trabajas, estudias, tienes tu hogar casi listo, y todo para darle una buena vida a mi hija.

—Veo que Ilu no habló con usted.

—¿De qué?

—Ella me dejó, no habrá unión en el Kok'ta —pronunció bajo, intentando ocultar su dolor.

—¿Qué? ¿Cómo qué te dejó? ¿Qué pasó? —le preguntó desconcertado.

Summy respiró profundo, y luego carraspeó un poco su garganta, al sentir que el nudo que se había formado, no lo dejaría hablar.

—Y-Yo tampoco lo sé, señor —pronunció en un tono quebrado—. Creo que es mucho para ella, tal vez yo me apresuré, no lo sé, en verdad no lo sé —le dijo mirando hacia abajo, secándose las lágrimas de los ojos—. Pero mejor que haya sido ahora, y no luego de unirnos.

—Yo hablaré con ella, sé que algo grave tuvo que pasarle para que tomara está drástica decisión. Ella estaba muy ilusionada también con su unión —pronunció aturdido Cep.

Summy negó con la cabeza y respiró profundo varias, para lograr calmarse.

—No hace falta, señor, sólo logrará frustrarla más, sabe que ella tiene un temperamento muy fuerte —sonrió levemente.

—Si no es contigo, no aceptaré que se una a más nadie —gruñó.

—Sabe, tal vez ese sea el problema. Yo no doy con el perfil del macho que ella busca.

***

Llegó a su casa, muy molesto, y se fue directo a la habitación de su hija.

—Ilu, quiero hablar contigo, abre la puerta..

—Déjame sola.

—¿Tú te crees qué esto es un juego? ¿Qué puedes jugar con las personas de éste modo? ¿Qué puedes ilusionar a ese chico y luego dejarlo como si nada?

—Se supone que eres mi padre, tienes que estar de mi lado —lloró.

—Dame una razón entonces para que esté de tu lado ¿Por qué cancelaste tu unión?

Esperó a que la jovencita respondiera, sin escuchar nada.

—Ilu.

Abrió la puerta, y luego se abrazó a Cep, llorando.

—Habla conmigo, hija ¿Qué fue lo que pasó?

—N-No me quiero casar, papá, no estoy segura —lloró—. ¿Cómo saber si es el hombre correcto? ¿El indicado? Sólo tengo quince años.

Cep suspiró y le acarició el cabello. No, era obvio que ella no sentía lo mismo, si fuese así, ni estaría cuestionándose eso. Cuando dos kanatitas se unían, sabían muy bien quien era su Umi'et y su Shi-e'tu, no habían dudas de eso.

—Summy se merece que seas sincera con él.

—No quiero verlo —sollozó.

—Habla por última vez con él, dile la verdad, y luego no lo veas más. Pero sé sincera, hija, porque ese muchacho en verdad se merece una explicación.

...

Los hijos de Kanat'maDonde viven las historias. Descúbrelo ahora