Provocadora

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Gritó, riendo, cuando el carro dónde iba con Batiet, bajó con fuerza por la montaña rusa, levantando los brazos. Y el castaño se tomó con fuerza se la baranda, sintiendo su estómago revuelto.

No, no había sido buena idea tomar ese enorme vaso de refresco antes de subir.

Al momento de bajar, Kanat pasó uno de sus brazos por debajo de los de su primo, riendo.

—Que exagerado eres.

—Creo que voy a vomitar, me da todo vueltas.

Lo acompañó hasta una banca, y allí se quedaron sentados varios minutos.

—Wou, que sorpresa encontrarlos aquí —sonrió Adrien, llegando a ellos.

—Hola —murmuró la jovencita.

—Adrien, cuídala un segundo, voy al baño —le pidió Batiet poniéndose de pie, caminando tambaleándose mientras se dirigía a los baños.

Sí, no había sido buena idea beber tanto antes de subir.

Adrien miró a Kanat y se sentó a su lado. La morena abrazó a su delfín, y miró hacia el lado contrario, permaneciendo los dos en silencio por varios segundos.

—Bonito delfín.

—Sí —murmuró.

—¿Y hacen esto seguido?

—¿Qué cosa?

—Salir con tu primo a "citas" como si fueran novios, corriendo por el parque como niños, tomados de la mano.

Kanat se giró y lo miró con el celo fruncido.

—¿Qué tan enfermo estás para pensar una cosa así? ¡Batiet es como mí hermano! Nos criamos juntos, Blaise es como un papá para mí.

—Una de las mujeres de mi padre es su prima hermana, no sé que tan enfermo puede ser.

—No tiene caso hablar contigo —le dijo molesta, mirando nuevamente hacia el lado contrario—. Y si lo viera de otro modo, no es tu problema.

—No, claro que no, es la vida de ambos.

—Sí.

Batiet volvió unos minutos después, luciendo mejor.

—¿Qué haces por aquí? ¿Viniste con alguien? —sonrió el muchacho.

—Con unos amigos. Oye, creo que la nenita ya tiene sueño, deberías llevarla a su casa.

Batiet miró a su prima y se sentó a su lado, tomando una de sus manos.

—¿Qué pasa, Kana? ¿Estás bien?

—No, vamos, ya no quiero estar aquí —pronunció bajo.

—¿Te sientes mal? ¿Te hizo mal la montaña rusa? ¿Quieres que te acompañe hasta los baños?

—No, sólo me quiero ir de aquí.

La tomó del rostro y miró sus ojos café, tristes, como sus orejitas hacia abajo. Ella podía ser tan tierna... Y no era el único que pensaba eso.

—Ven, te llevo de caballito —sonrió suavemente Batiet, acariciándole la mejilla.

—No, yo puedo caminar.

—Insisto, vamos.

—No hace falta, Batiet.

—Vamos, dale, súbete —le dijo agachándose frente a ella.

—No, Bati, no-

—Ya déjala en paz, te está diciendo que no —le dijo con fastidio Adrien.

Batiet miró al muchacho y frunció el ceño. ¿Qué diablos se metía él?

—Ven, Kana, sube.

La jovencita subió en la espalda de su primo, y se abrazó a él con sus piernas y brazos, sin soltar su delfín. Batiet se puso de pie, y dio un par de pasos, pasando junto a Adrien.

—Eres el amigo de mi hermano, y te respeto por eso, pero no te metas en lo que no te incumbe. ¿De acuerdo?

Adrien sonrió divertido, mirando al mocoso junto a él.

—Nenito, tú no serás nada mío, pero tu primita me conoce muy bien.

Batiet gruñó bajo, y Kanat negó con la cabeza, abrazándose fuerte a él.

—Vamos a casa, él está ebrio.

—Sí, vamos —gruñó.

Adrien los observó irse, y sonrió de lado. Al parecer, a la gatita esa le encantaba provocar a los machos.

...

Los hijos de Kanat'maDonde viven las historias. Descúbrelo ahora