Tiempo

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—N-No sabía que trabajabas por éstas zonas.

—Y yo que tú estabas por aquí, creí que tú lugar era la tribu de hembras —sonrió mientras se quitaba los guantes y lavaba sus manos.

La joven madre había dado ya a luz a su bebé, un varón de casi cuatro kilos. Y la muchacha era tan delgada y pequeña de estatura, que ese había sido su principal incoveniente a la hora de parir.

Motivo por el que habían recurrido a la ayuda de Summy.

Ilu miró el llavero que sobresalía del pantalón del rubio, uno con la leyenda "Te amamos papi", y sin esperarlo, sintió un vacío en su pecho.

—Has hecho un excelente trabajo con la joven, gracias por acudir tan rápido —le dijo en un tono bajo.

—Es mi trabajo, y es bueno saber que pude ayudarla. Dile a la muchacha que vendré mañana a visitarlos a ambos, pero si llegara a ocurrir algún tipo de incoveniente, llámeme antes, vendré en seguida —sonrió.

—De acuerdo, se lo haré saber.

—Cuida de ambos, Ilu, tú también haces un buen trabajo —le dijo en un tono cálido, antes de salir de la cabaña.

Casi diez años habían pasado desde la última vez que se habían visto. Diez años en los que se había recibido de doctor, había tenido hijos, y seguramente esposa.

Ilu regresó a la habitación con la jovencita, y vio como alimentaba a su bebé. Era increíble lo grande que era ese pequeño, comparado con el tamaño de su madre.

—¿Cómo te sientes?

—Muy cansada, pero feliz —sonrió levemente.

Las horas de parto, el dolor, la fuerza, se veía claramente reflejado en su rostro, como el amor que sentía por su pequeño.

—Hiciste un estupendo trabajo, tu bebé se encuentran muy bien. El doctor vendrá mañana a visitarlos a ambos, para ver qué todo siga igual.

—Está bien, ha sido muy amable.

Ilu se sentó en una silla junto a la cama, y luego observó como ella le daba de mamar a su hijo, cómo acariciaba su cabecita, de cabello castaño.

Era un gatito realmente cachetón y precioso.

—¿Tienes hijos?

—A-Ah no, no tengo hijos —sonrió incómoda.

—Yo tampoco quería un hijo. Quedé embarazada en mi primer celo.

—¿Te obligaron? —le inquirió seria.

—No, no lo hicieron, pero era inexperta, y pues... Él y yo sólo nos dejamos llevar por nuestros instintos. Estoy segura que ni sabe que tiene un hijo ahora, ya que no es de aquí.

—Podríamos buscarlo, es su derecho conocer que tiene un hijo, y el de tu bebé tener un padre.

—S-Sí, algo de eso había oído antes, el problema... Es que creo que él ya tiene una familia —pronunció bajo, mirando a su bebé—. Y no me gustaría causar problemas. Yo puedo cuidar sola de mi hijo.

—Lo entiendo, pero de todos modos debe saberlo. Si llegáramos a encontrarlo, se lo notificaríamos de forma discreta. Mientras tanto, me quedaré aquí contigo para cuidar de ambos —sonrió suavemente—. Tú debes reponerte, recuperar tus fuerzas, sanar, para que puedas luego cuidar sola de tu pequeño.

—Muchas gracias, Ilu.

—No hay de qué.

Tal vez ella hubiese sido madre a la misma edad... Con la diferencia que el padre de su hijo si hubiera estado a su lado.

...

Los hijos de Kanat'maDonde viven las historias. Descúbrelo ahora