Sonrisas

3.3K 479 46
                                        

—Arriba, vamos.

—No quiero salir —murmuró.

—Pues yo no voy a dejar que mi primita se quede en la cama, vamos —sonrió el joven castaño, tomándola de la mano, jalándola hacia él—. Arriba, Kanat.

—Ya, Batiet, déjame en paz.

—La paz nunca fue una opción —pronunció divertido, haciéndola sonreír.

—Tonto.

—Lo sé, soy un bufón, y si te hago sonreír, es porque hago bien mi trabajo, vamos.

Kanat suspiró y se sentó en la cama.

—¿A dónde quieres ir?

—A un lugar con muchas luces, golosinas y juegos.

Abrió sus ojos sorprendida, antes de sonreír.

—¿Ya abrieron el parque?

—¿Estos boletos responden tu pregunta? —sonrió sacándolos de su chaqueta.

—¡Sí! —exclamó ilusionada, saliendo de la cama para abrazarlo—. Ya mismo me cambio y nos vamos.

—De acuerdo, te espero abajo —sonrió.

***

El parque siempre era un buen lugar para conocer nuevas chicas, solía llenarse de personas cuando abría sus puertas. Y éste año, lo habían abierto una semana antes de que empezaran las vacaciones de invierno.

Adrien estaba tomando una cerveza en uno de los puestos cerca de la puerta de entrada, cuando escuchó a una muchacha gritar entusiasmada, llamando su atención.

Era raro ver a una adolescente gritar emocionada por el parque, siempre eran los niños que reaccionaban de ese modo.

Y la vio, era Kanat junto a su primo, Batiet, que estaba sonriendo divertido. La jovencita lo tomó de la mano, y juntos entraron corriendo al parque, dirigiéndose primero a un puesto de dulces, de grandes algodones de azúcar y paletas.

Se giró en su asiento, mientras comía unos nachos con queso, y vio como la morena elegía un enorme algodón de azúcar celeste, lleno de confites en forma de estrellas.

Adrien frunció el ceño, sonriendo divertido. ¿Cómo haría para comerse eso ella sola?

La vio sonreír, con ese brillo especial en su mirada, tan feliz, tan emocionada... Y sintió algo extraño en su interior.

La vio tomar a Batiet de la mano, y luego otra vez salieron corrieron hacia otro de los puestos.

¿Por qué debía tomarlo de la mano como si fueran niños? Ya bastante grandecitos estaban los dos para andar de ese modo en la feria.

Adrien se giró en el asiento, y pagó lo que había consumido, antes de caminar entre los puestos, con tranquilidad, siguiendo su aroma.

Habían cientos de personas de allí, pero el aroma de ella era inconfundible.

***

—Aish, no se me da bien esto —pronunció frustrada.

Batiet sonrió y pagó tres disparos más.

—A ver ¿Qué peluche quieres?

—Es difícil de conseguir, porque los blancos se mueven.

—Tú dime cuál quieres.

La jovencita miró hacia arriba, pensativa.

—Mm, quiero, quiero... ¡Ese delfín!

Batiet levantó la cabeza, mirando los peluches, y el delfín rosa que ella había elegido, riendo.

—Pero es horrible ese delfín ¿Por qué no el oso? ¿O el gato ese de ahí?

—Porque me gustó el delfín, tú dijiste que dijera cual quería, y quiero el delfín rosa.

El castaño rodó los ojos y tomó el aire comprimido.

—Muy bien, el delfín será entonces —murmuró acomodando el arma.

Desde atrás, comiendo unas palomitas, Adrien sonrió divertido. ¿Qué quería? ¿Presumir frente a su prima? Era obvio que no iba a darle a todos los blancos.

Es más, comenzaba a sospechar el tipo de relación que ellos tenían. ¿Por qué eran tan cercanos? ¿Por qué siempre...?

—¡Sí! ¡Lo hiciste!

Comenzó a toser al ahogarse con una palomita, al escuchar los gritos eufóricos de Kanat, ya que le había dado a todos los blancos.

¿Qué diablos?

—El delfín rosa deforme, por favor —sonrió Batiet, pidiendo su premio.

Su padre era oficial, tirar al blanco, era algo que hacía desde que tenía seis años. Blaise los había entrenado muy bien a ambos.

...

Los hijos de Kanat'maDonde viven las historias. Descúbrelo ahora