Dulce

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Había sido bastante vergonzoso que les llamaran la atención y los sacaran del baño del cine. Pero al mirarse nuevamente, fue imposible no sentir una vez más el deseo entre ellos.

Lo que los llevó a terminar en un motel.

Gimió extasiada abrazada a él, mientras Batiet la embestía y mordía su cuello, clavando sus uñas en su espalda, al sentir que estaba por llegar una vez más.

Él la tomó con fuerza de las caderas, y de una profunda estocada, acabó en ella, escuchándola casi gritar, y no precisamente por dolor.

De algún modo que no entendía, escucharla gritar, gemir alto, más lo excitaba.

Ella comenzó a besarlo en el cuello, y él le correspondió, del mismo modo, antes de tomarla del rostro y besarla en los labios, jadeando los dos, cansados, pero sin querer de dejar de sentir al otro.

Giró en la cama, cambiando de posición, y ella se subió sobre él, sonriendo al ver sus ojos negros. Se mordió el labio inferior, y comenzó a subir y bajar, viéndolo cerrar los ojos, gruñir.

Si seguían de ese modo, terminarían parando producto del cansancio.

***

Kanat estaba cómodamente ronroneando sobre el pecho de él, con los ojos cerrados, sintiendo las suaves caricias de Batiet en su espalda.

—¿Qué haremos ahora? —le preguntó en un tono bajo.

—Vuelve a Kanat'ma conmigo —murmuró abrazándose a él.

—Sí, puedo pedir el pase de división, pero... Me refiero a nosotros, Kana.

—Seguir juntos.

—¿Y nuestras familias?

—A escondidas, no me importa, yo sólo quiero estar contigo.

Él sonrió suavemente y besó su frente.

—¿Y si nos descubren?

Tomó la mano de él, y entrelazó sus dedos.

—Nos vamos, muy lejos, donde no puedan separarnos.

—¿Nos vamos a la selva? —sonrió cerrando los ojos, sin dejar de acariciar su espalda.

—Sí, y hacemos nuestra cabaña, un bonito jardín. Incluso una huerta.

—Suena bien.

—Y salimos juntos a cazar, a pescar —bostezó acurrucándose contra él—. Y vivimos felices para siempre.

—Wou ¿No crees que suena muy fácil eso? —sonrió con cansancio.

—Todo es fácil si estás conmigo, si estamos juntos.

—Creo que tu padre, y mi padre cuando se enteren, querrán asesinarme, Kana.

—¡Claro que no! No harían eso.

—Tal vez me castren...

Ella negó con la cabeza, y le dio varios besos cortos en el pecho, en su cuello.

—No.

—Estás hecha una gatita muy caprichosa, demasiado mimosa.

—Es porque estás conmigo, y sólo quiero que me consientas, que me beses, me abraces, me hagas el amor, me acaricies.

—¿No es lo qué siempre he hecho? —le preguntó comenzando a repartir besos por su rostro.

—Sí —sonrió, buscando su boca, dándole besos cortos—. Y quiero que así sea siempre.

Se colocó sobre ella, separándole los muslos, para colocarse entre ellos y besarla a gusto.

—Tu papá vendrá en una hora —le dijo entre besos.

—Quiero ser tuya hasta entonces —gimió al sentir que acariciaba su intimidad.

Sonrió bajando con suaves besos por su piel, dirigiéndose a sus muslos. Ella era dulce en todo sentido, no importaba dónde la probara, era deliciosa.

Y suya.

...

Los hijos de Kanat'maDonde viven las historias. Descúbrelo ahora