Lo que nunca fue

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Tomó su llavero, un osito de goma grande color azul, y entró a la casa que iba a ser para ellos, dónde su padre le había dicho que estaba Summy.

Caminó por la sala, y luego fue a la habitación, dónde encontró al muchacho sentado en la cama, mirando hacia abajo una cuadro, dónde estaban ellos dos de niños.

Ilu desvió la mirada, y luego se cruzó de brazos, sintiendo tan fría la habitación.

—E-Este es el adiós ¿Verdad? —le preguntó en un hilo de voz.

—... Sí.

Él respiró profundo, y un sollozo lastimero salió de sus labios, sin poder evitarlo.

—Lo siento, yo en verdad te amo, y me duele mucho esto —sollozó con tristeza—. Creí que eras feliz conmigo, no entiendo cómo fallé, o que hice mal, siempre intenté hacerte feliz, que estuviéramos bien, acompañarte, apoyarte en todo.

—No es por ti, Summy, es por mí. Ya no me siento segura de unirme a ti, yo... Soy muy joven aún.

—¿Pero qué es lo que quieres entonces? ¿Conocer a otras personas? ¿Qué tiene que ver que seamos jóvenes? Si lo único que importa es que nos amemos, nada más.

—No estoy segura... De que seas mi Shi-e'tu —pronunció sin mirarlo, con lágrimas en los ojos.

Él la miró deshecho, llorando.

—Dejaste de amarme.

—Lo siento, Summy —le dijo girándose para irse.

La siguió por detrás, viendo cómo ella dejaba las llaves y el llavero sobre una repisa.

—Porque te amo, espero seas feliz con esto, y puedas... Cumplir tu sueño de ser la líder, yo siempre voy a apoyarte.

Ella asintió con la cabeza, sin girarse, y luego salió de la casa, escuchándolo llorar... No, no sería fácil dejarlo.

***

Se sentó bajo el árbol de Kanat'ma, y tomó un poco de tierra entre sus manos, antes de mirar hacia abajo, y sollozar.

—Sé que me merezco esto por no haber defendido la vida de mi hijo, pero yo sólo la estaba apoyando, madre —le habló al árbol—. Usted sabe cuánto la amo, que mí amor en sincero, es por eso que le pido que me ayude.

Sus padres eran muy respetuoso por sus creencias, y Summy también lo era. Él participaba todos los años en el Kok'ta con su familia.

—Le doy lo que soy, madre, para que use mi vida como más crea conveniente. Y...abracé en su seno a su mi bebé —sollozó cerrando los ojos—. No hay noche en que no le pida perdón, porque sé que hicimos algo malo, y la culpa fue de los dos... Si hubiese sido responsable, nada de esto habría ocurrido, lo siento, Kanat'ma, no estoy siendo un buen hijo.

***

Miró el vestido que usaría en el Kok'ta, ese que ellos mismos habían ido a comprar a la tienda, y se sentó en la cama.

"—¿Azul? Mi amor, las mujeres usan blanco, o colores claros.

—Lo sé, pero mira este color, y sus brillitos, me recuerdan a la crayola favorita tuya que me prestaste.

Él sonrió con ternura y le dio varios besos cortos en los labios.

—Te amo, mi pez globo —sonrió divertido, apretándole los cachetea—. Serás las Umi'et más hermosa de todas ese día. Todos voltearán a verte.

—Yo sólo quiero que me veas tú.

—Y eso por supuesto, estaré viéndote en todo momento. Mi hermosa Umi'et."

Guardó el vestido dentro de la caja, y lo sacó de su habitación. Tenía muchas cosas para desechar.

...

Los hijos de Kanat'maDonde viven las historias. Descúbrelo ahora