Hogar

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Estaba viendo sus redes sociales, cuando sintió un aroma muy familiar, que la estremeció por completo. ¿Qué hacía él allí? ¿Cómo la había encontrado?

Se apresuró a ponerse de pie, y esconderse detrás de una columna, antes de escabullirse en los baños.

Aún faltaba media hora para que saliera su micro, él no debería estar allí. Ella no quería él estuviera allí.

Esperó unos minutos, alrededor de diez, y se asomó por la puerta de los baños, comprobando que él ya no estaba. Se animó a salir, y regresó a la plataforma dónde saldría su micro, que ya estaba ahí.

Miró hacia atrás, luego hacia sus lados, y continuó sin verlo. Buscó nerviosa algo dentro de su cartera, y lo sacó, un frasco que colonia, que prácticamente se roció entero, molestando al resto de los pasajeros.

Los siguientes diez minutos, que tardaron en comenzar a abordar a los pasajeros, fueron eternos. Y Kanat no podía dejar de temblar del miedo.

Si Adrien llegaba en ese momento, no sabía cómo iba a hacer para enfrentarlo.

Se subió rápidamente cuando llegó su turno, siendo una de las primeras, ya que no tenía maletas o bolsos con ella, y se apresuró a esconderse en los asientos.

Se mantuvo oculta unos quince minutos más, hasta que el micro se puso en marcha. Sólo entonces se animó a asomarse por la ventanilla, viendo que Adrien estaba abajo, mirando hacia el autobús.

Se escondió nuevamente, acurrucándose contra el asiento, y se abrazó así misma. Ya no importaba nada, ya estaba yendo hacia Batiet.

***

—Roth, sabes bien que no puedes recibir visitas, creímos que habías aclarado eso a tu familia.

El muchacho miró confundido a su superior. Recién regresaba de su entrenamiento y no entendía nada.

—Señor, no entiendo a que se refiere.

—Entra a la oficina —pronunció serio.

Preocupado, Batiet abrió la puerta y se encontró con Kanat, dejándolo desconcertado. ¿Qué estaba haciendo allí ella?

La jovencita al verlo, comenzó a llorar una vez más y se fue hasta él, abrazándolo con fuerza, sin querer soltarlo.

—Kana ¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué lloras?

—Te extraño mucho —lloró con angustia—. Vuelve a casa, por favor, te extraño, te necesito conmigo.

Batiet suspiró y la abrazó, acariciándole la espalda.

—No puedo volver, Kana, estoy cumpliendo con mi servicio.

—Por favor —lloró abrazándolo más fuerte.

—Kana ¿Qué ocurre? ¿Qué pasó para que vinieras hasta aquí?

Giró por un momento su rostro, comprobando que el oficial se había ido, y había cerrado la puerta para darles privacidad.

Se sentó en el suelo, y ella sobre los muslos de él, abrazándolo aún, escondiendo su rostro en el pecho del castaño.

—¿Quieres contarme que pasó? —le preguntó en un tono suave, acariciándole la espalda y el cabello.

Y por primera vez, en casi tres meses, se sentía nuevamente segura, protegida.

—N-No.

—¿Pasó algo con Adrien?

Negó con la cabeza, sin poder hablar. Batiet respiró profundo, y luego apoyó su mejilla sobre la cabeza de ella.

—¿Estás embarazada?

—No —lloró quebrándose—. P-Pero... Si t-tuve sexo él, perdón.

—¿Por qué me pides perdón? —preguntó en un tono bajo.

—Porque te fallé —lloró angustiada—. Ya no me dejes sola, Bati, yo no sé que hacer si tú no estás conmigo, por favor.

...

Son primos segundos...

Los hijos de Kanat'maDonde viven las historias. Descúbrelo ahora