Papá

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—¿Qué? Ay no, es que... De acuerdo, no hay problema, descansa y si necesitas algo, llámame ¿De acuerdo?

Cortó la llamada y luego se volteó a ver a su hija, quién estaba muy concentrada mirando su chupón, y luego sus manitos. Mafet sonrió con dulzura, y se acercó a ella para tomarla en brazos y darle varios besos en los cachetes.

—No tengo más opción que llevarte conmigo, Honey —le dijo con una sonrisa leve.

La niñera de la pequeña no podía ir, debido a que tenía a su madre enferma, y Mafet ya no hacía tiempo de llamar a nadie para que cuidara a la bebé.

Buscó la mochila porta bebé, y con cuidado colocó a la niña dentro, antes de tomar las llaves de su casa.

—Muy bien, pequeña, hoy estarás todo el día conmigo —sonrió antes de darle un beso en la frente.

Y el castaño no hizo más que llegar a la vereda, que recordó que había olvidado el bolso de la niña... Sí, hoy sería un día que llegaría tarde.

***

—Lo siento, sé que teníamos una cita programada para hoy, pero como toda persona, tuve un inconveniente, es por eso que preferí llamarte y así hablarlo. O si quieres, puedo pasar la cita para primera hora de mañana —habló Mafet por su manos libre, mientras le daba el biberón a su hija—. Entiendo tu punto, y ya nos estamos encargando de eso. Sólo faltan ultimar unos detalles.

Siguió hablando con una muchacha que reclamaba que el padre de su hija se hiciera cargo, por unos minutos más, antes de cortar la llamada, y ver qué su hija ya se había dormido.

La acostó contra su pecho, masajeando su espalda. No sabía que era menos profesional. Si haber tenido que llevar a su hija, y por eso cancelar las citas presenciales, o tener que atender a las personas por llamadas.

—Necesito un café —bostezó.

Honey se había comportado hasta las diez de la mañana, y para una bebé de siete meses, eso era mucho. Después de la diez, la pequeña se había puesto muy fastidiosa.

Y no sólo quería un cambio de pañal, sino también la atención de su padre. Es por eso, que a Mafet no le quedó más que cerrar el centro y atender a su hija.

Y ya iba a ser la una.

Lo único positivo, es que en el horario de la tarde hoy le tocaba a la nueva muchacha que comenzaba a trabajar. Ya no tendría que hacer doble turno.

Luego de que la bebé eructara, la acostó en su portabebés, y ambos salieron del despacho. Aún tenía media hora de viaje en autobús hasta su casa.

—Creí que estaba cerrado, pasé hace un rato y vi las luces bajas.

Se giró y miró a Sasha, sonriendo levemente.

—Sí, hoy cerré un poco antes, tuve que traer a mi hija conmigo

—Es muy bonita —sonrió—. ¿Cuál es su nombre?

—Honey.

—Honey, lindo, dulce.

—Como ella —sonrió comenzando a caminar, seguido por Sasha.

—Y... ¿Hoy te tocaba a ti cuidarla?

—Aún no entiendo muy bien porqué pasaste por mi despacho ¿O es qué tienes alguna inquietud? —le inquirió cambiando de tema.

—No, ninguna, sólo quería pasar a saludarte.

—Ah.

Llegaron hasta la parada de autobús, y Sasha miró a la bebé, y luego a Mafet.

—Debe ser igual a su madre.

—Un poco —le dijo sin mirarlo.

Sasha observó inseguro al muchacho, sin saber que hacer para acercarse a él.

—¿Te molesta qué quiera hablar contigo?

—No, pero creo que no tenemos nada de qué hablar. No tienes hijos, como para tratar en mi trabajo, no somos amigos, no sé de qué podríamos hablar —le dijo con completa sinceridad.

...

Los hijos de Kanat'maDonde viven las historias. Descúbrelo ahora