Los hijos de Kanat'ma

Primos

—Ey, nenita.

Se detuvo al escuchar aquel apodo, y observó el auto negro que estaba estacionado frente a su escuela.

—Ven, te invito un helado —sonrió.

Ella lo miró con el ceño fruncido, y luego retomó su camino. ¿Qué quería? ¿Para a qué la iba a buscar?

—Kana, te estoy hablando a ti, ven —le dijo bajándose del auto.

—No quiero salir contigo.

—Es sólo un helado, nada más.

Ella continuó caminando, ignorándolo.

—Parece que la insistencia sólo funciona si se trata de tu primo.

—¿Cuál es tu problema con Batiet?

—No tenía ningún problema con él, hasta que vi como son ustedes dos cuando están juntos. Y son primos, Kana, nadie aceptaría eso. Muchos menos sus padres, las mamás de ustedes son humanas, y los humanos no ven bien el incesto.

Ella lo miró a los ojos, y luego desvió la mirada. Adrien observó sus orejitas algo bajas, y sonrió.

—¿Qué sabor te gusta más de helado?

—Cereza —murmuró.

—Helado de cereza será entonces, vamos —sonrió.

***

Estaba acostado en su cama, cuando una notificación interrumpió su juega online, que estaba jugando en su celular. Una sonrisa divertida se formó en sus labios, y salió rápidamente.

Se calzó, tomó un abrigo y salió de su habitación.

—Ma vuelvo en un rato, voy a casa de Kana.

—Batiet ¿Es urgente? Está muy frío afuera, y ya está oscureciendo.

—Sí, regreso en media hora, antes de que vuelva papá estoy aquí —sonrió saliendo de su casa.

Llevaba meses esperando aquella noticia ¡Y sabía que su prima estaría mucho más emocionada que él!

Kanat vivía a solos dos calles de su casa, es por eso que se había ido caminando. Pero al estar llegando, la vio bajar media cuadra antes de un auto negro.

Y la jovencita no hizo más que hacer un par de pasos, que un tipo bajó del auto, la tomó de la mano haciéndola girar, y luego la besó, sujetándola de la nuca con una de sus manos, y abrazándola por la cintura con su brazo libre.

Deslizó su mano hacia su trasero, y lo apretó, antes de que ella se separara de él, tímidamente.

Batiet miró a Adrien, y luego a Kanat, y se quedó en el mismo lugar. Esperó a que ella se despidiera de él, y que se fuera, y luego la siguió con pasos lentos.

La vio entrar a su casa, y unos segundos después llegó él, quedándose en la puerta parado.

Al parecer, ella ya tenía compañía, no lo necesitaría más a él, ahora alguien más la alegraría, la pondría de buen humor cuando estuviera triste.

Estaba por irse, cuando ella abrió la puerta, sorprendiéndose de verlo allí.

—Bati.

—Hola Kana —fingió una sonrisa—. Justo... Pasaba por aquí.

—¿R-Recién llegas?

—Sí —murmuró.

Ella lo miró, y cuando él también lo hizo, Kanat desvió la mirada, avergonzada.

—Creo que mejor vuelvo a casa, mi mamá estará preocupada si no lo hago, y más con este frío —esbozó levemente una sonrisa.

—Pasa, sabes que-

—Está bien, yo sólo estaba de pasada —le dijo girándose.

—Espera ¿Qué querías decirme? ¿Por qué viniste? ¿O sólo era para saludar? —le preguntó siguiéndolo.

—Ah, nada importante... El bar de hielo ya está inagurado, será un buen lugar para que visites con tu novio.

—Y-Yo no t-tengo novio, no sé de q-que hablas —pronunció apenada.

—No creo que Adrien piense lo mismo. ¿O son sólo amigos con derechos?

—¿Q-Qué? Bati, no es lo-

—No importa, sólo cuídate, aún eres joven para un cachorro.

...