En otro momento hubiese temido por lo que Yashira pudiese hacer, pero claro está que esos eran otros tiempos, otros instantes, ahora todos deben de temerle a ella, a nadie más que ella. Ese palacio temblara bajo sus pies.
— ¿Me amenazas? —inquiere Yashira sorprendida y con un deje de burla en su tono de voz —. No olvides quién soy Ágata, yo estoy por encima de ti —se regocija.
Ágata encoge su hombro con despreocupación.
—Ya me tienes hasta los ovarios con la misma palabrería, ¿Es que acaso no conoces más palabras que las que usas para alardearte? —le pica.
Yashira no retrocede, al contrario se acerca intimidante con su altura.
Ella no intimida a Ágata que mantiene el mentón en alto.
—No me importa si intentas sacarle de mis casillas, solo no te metas con mi hijo el príncipe Akram, no hables de él, no lo menciones, no lo toques o juro que tu vida será peor de lo que ha sido hasta ahora —asevera tajante tocando su hombro con su dedo.
Ágata hace lo mismo y clava con saña el dedo sobre el pecho de Yashira.
—Quise llevar la fiesta en paz Yashira, Akram es hijo de Abdel y por lo tanto hermano de mi príncipe Ahmed, no obstante tú llevaste a tu propio hijo al destino que le tocará, no debiste meterte con el mío, fue tu peor error —objeta sincera.
Algo dentro de Yashira teme y tiembla ante lo que le está diciendo.
—Nada hubiese sucedido si te hubieses quedado en tu mugroso pueblo Occidental y no te hubieses metido con mi marido, sí, porque es mío o puedes hacerte a una idea cuando estuve visitando sus aposentos durante no estuviste —miente dándole doble sentido a sus palabras.
Ágata siente que algo se le rompe y por momentos la consternación y el abatimiento se refleja en su rostro.
— ¿Crees que eso me hará sentir mal? —cuestiona recomponiéndose al instante, mostrándose fría e implacable, inquebrantable —. Son las costumbres.
Yashira no está satisfecha con su reacción.
—Como sea Ágata, yo recuperaré lo que es mío, te mantendrás en tu lugar y yo en el que siempre he estado, no harás nada en contra mío y de mi hijo mucho menos y tú y tu bastardo junto a tu familia y esa harapienta que anda siempre contigo, no sufrirán las consecuencias —la amenaza en un intento de amedrentarla.
Ágata se llena de cólera, la cara está tan roja como el esmalte de sus uñas.
— ¿Vez? Luego no digas que no te lo advertí, sufrirás Yashira, sufrirás tanto como yo lo he hecho o más. No te metas con los míos y quizás tu dolor será menos, solo quizás.
Se aleja antes de seguir en aquella conversación que la ha alterado más de lo debido, los bebés dentro de ella están tensos, los siente pese al poco tiempo que tienen, están formados y siente sus movimientos más al ser dos.
A medida de que ingresa nuevamente a los aposentos de Ahmed, dos lágrimas recorren sus mejillas, estaba conteniéndose para no llorar, le duele el corazón.
— ¿Qué pasa Ágata? —corre María para sostenerla por los brazos.
—Se acostó con ella —murmura con dificultad e hipando —. Traicionó de la manera más vil nuestro amor, se acostó con la causante de todos nuestros problemas, María —abraza a su amiga y esconde la cara en el hueco de su cuello.
María bufa y levanta su rostro, seca sus lágrimas poniendo los ojos en blanco.
— ¿Estás así por eso? —la interroga con fastidio.
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La Occidental ©
Random"Vive cada día, cada cosa que te depara un día, porque no sabes ese día, que te va a esperar el día de mañana"._MMF Diferentes entre multitudes y la joya más preciada para su alteza. DE MI AUTORÍA. NO COPIAR.