Capítulo 60

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Al venir del pasillo directo, hay otro a la derecha que conduce a los aposentos del príncipe Akram, Ágata venía de dicho lado.

—Siempre vives apareciendo como un maldito fantasma —respira Yashira temblando del susto.

Ágata observa sus rostros pálidos, los analiza con sus ojos verdes, buscando.

—Creo que se ha malinterpretado princesa —excusa Mustafá. Ágata le alza una ceja y ve hacia la mano en la que tiene sujeta a Yashira, Mustafá se percata y la sienta al instante —. Solo pasaba por aquí, quise venir a saludar a mi sobrino el príncipe, por casualidad me encontré con su madre princesa.

Algo a Ágata no le convence.

—En este palacio las casualidades no existen alteza —revira.

Yashira le mira con furia.

—Yo lo que sé es que nada más vives escuchando tras las paredes, ¿qué escuchaste? —no evita preguntar. Antes de que se dé cuenta de su error, ha hablado.

Mustafá se pone nervioso. La pregunta de Yashira solo puede levantar sospechas.

Ágata aclara sus ojos verdes. Da pasos lentos, incluso tan silenciosos que parece de terror.

—Eso quiere decir que si estaban hablando de algo —pica.

Yashira alza altiva la quijada, no puede mostrarse nerviosa. Está vestida con sus trajes típicos de colores llamativos, ambas se ven en desacuerdo, Ágata vestida con tenis, abrigo de blanco y pantalón de rosas con un tono oscuro, su cabello lacio que a diferencia de Yashira siempre lo lleva en ondas, parcialmente cubierto por el velo.

—Siempre ve cosas donde no las hay —refuta —. Pareces que me sigues Occidental.

Ágata lleva la mano a su pecho con fingida ofensa.

— ¡¿Yo?! Pero si tengo cosas más importante que seguirte Yashiva, atender a mis hijos y esposo, prioridad —levanta su mano izquierda, finge peinarse el cabello, solo para restregarle la gran esmeralda que adorna su dedo.

—Por algo te atraviesas en mi camino cada vez que puedes —gruñe Yashira, Mustafá se escurre de la conversación, alejándose poco a poco —. ¿Qué haces aquí?

—Príncipe Mustafá, dígale a Jequesa su esposa, que la invito a tomar el té —lo paraliza al ver que se aleja a hurtadillas —. En cuanto a ti Yashira, no olvides que este es el ala de la familia del príncipe Abdel, mi esposo, ando por aquí siempre y por todo el palacio con libertad.

Yashira deja salir un gruñido, echa el velo a su espalda, acomodando todas sus joyas como siempre.

—No andes cerca del futuro Jeque, no quiero que lo Contamines con tus cosas raras y menos quiero a tus mocosos cerca de mi hijo —ofende Yashira.

Ágata contiene la ira que fluye a través de su sistema.

—Tienen nombres, respeta a mis hijos Yashira o te hago respetarlos, no le falto al respeto al príncipe —defiende Ágata enojada.

—No puedes, mi hijo está por encima de ti y de todos —se aventura a decir.

Ágata la analiza cruzándose de brazos. Su postura demuestra cuán intrigada está.

— ¿Acaso es una amenaza? Hablas como si Akram va a ser jeque demasiado pronto —ahínca las palabras —. Pareces que ya tienes planeado todo, aún así no está mal recordarte que aún su majestad vive, Abdel no es jeque y tampoco está enfermo y mucho menos anciano para morir.

Yashira se da un golpe en la frente mentalmente, no debe hablar de más. Ella es demasiado inteligente.

—No veas cosas donde no las hay occidental, te lo recomiendo —sugiere agarrando su bolso, para Ágata no pasa desapercibido.

La Occidental ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora