El sonido de sus corazones, ese martilleo se escucha nítido en su oído. Una noticia aún sabiendo que era probable que existiera o no una posibilidad de algo, cuando te lo afirman en ocasiones no evitas que haya adrenalina en todo tu ser.
—Haz lo que tengas que hacer para encontrar al asesino —el Emir de Dubái da un golpe en gran mesa de caoba.
Ágata está aturdida, no había nada alrededor el día del asesinato, sin embargo un crimen no siempre es perfecto.
—Será un proceso difícil, tardío y en lo más probable es que...que no encuentren a un culpable dadas las circunstancias —dice a sinceridad el detective.
—Escúchame Giray, quiero resultados, quiero a esa rata asquerosa en mi poder, ¿Dime si me entendiste? —está tan enojado que intimida hasta el perro.
Ágata coloca las manos sobre sus hombros.
—Calme su majestad, estoy segura que el detective hará todo lo posible. Tendremos resultados —masajea sus hombros —. Detective, en esta situación, ¿Qué podemos hacer? Me refiero para conseguir el probable tejido que oculta las huellas del asesino.
El hombre de cabellos castaños, se pone en pie, antes de rascar su barbilla.
—Tenemos que ser realistas —empieza mirando alternativamente a la pareja real —. Su majestad y su alteza, la hipótesis del caso es la siguiente; el asesino pensó que su crimen era perfecto obviamente, ignorando que no hay crimen perfecto, alguien pudo verlo, alguien quizás ayudó al presunto culpable, la tela que encontramos en las uñas del antiguo jeque es prueba de ello, lo que si la realidad es que, ese tejido pudieron echarlo al mar por ejemplo o quizás lo quemaron que es lo más probable.
Ignorando el dolor en su mano por el golpe que el mismo Abdel se causó el día anterior, la aprieta hasta que no circula sangre.
—No sé cómo le harás Giray o como le haremos, pero de que me traes o yo encuentro a quien sea que haya acabado con la vida de mi padre aparecerá —zanja levantándose, acomoda las solapas de su camisa y traje oscuro.
—Haré todo lo que esté a mi alcance para que así sea su majestad.
Abdel toma una copa de la licorera, no es un hombre que acostumbra a beber seguido, solo en circunstancias de angustia, dolor, pérdida, las está viviendo todas.
El primer trago le quema el estomago, no come desde el día anterior, el dolor no le permite ingerir.
—Puedes retirarte Giray —no lo mira en ningún momento. Es una conducta fuera de lugar que un Emir haga tal cosa y más beber de una forma desenfrenada, es la tercera copa en menos de cinco minutos.
—Majestad, alteza —saluda de protocolo.
Abdel solo asiente.
—Un momento detective —lo detiene Ágata —. ¿Cabe la posibilidad de que el asesino haya salido de palacio cierto?
—Desde luego alteza, todos son sospechosos, el más mínimo movimiento de alguien lo colocará en una cuerda floja —contesta eficiente.
Ágata asiente varias veces, se mueve de un lugar a otro.
—Estoy muy preocupada detective, quiero que proteja a mi familia, el Emir y sus hijos son los que más están al acecho, estoy segura —Le quita la copa a Abdel cuando lo ve pretender tomarse otra —. No más —no repara y tampoco le importa que haya presentes.
—En este caso implementaremos protección policial durante un tiempo determinado, sino hay ataques o no hay señales en dos semanas, se les será retirada, es el protocolo de la ley —explica el policía.
ESTÁS LEYENDO
La Occidental ©
Diversos"Vive cada día, cada cosa que te depara un día, porque no sabes ese día, que te va a esperar el día de mañana"._MMF Diferentes entre multitudes y la joya más preciada para su alteza. DE MI AUTORÍA. NO COPIAR.