En cuanto los paramédicos llegaron se hicieron cargo del adolescente en brazos de su hermana la cual no ha dejado de derramar lágrimas silenciosa, porque sin proponérselo los brazos fuertes que la rodean la tranquilizan en sobremanera, su sola presencia la tranquiliza así como la alborota.
Se queda en su lugar mientras ve como preparan el cuerpo de su hermanito con delicadeza en aquella camilla.
No se aleja de él en ningún momento y mucho menos cuando lo ingresan a la ambulancia.
Ágata y Abdel no miran a ningún lado, ni cuando la policía se lleva a aquellos sujetos que no sabe qué nombre ponerle.
—Yo voy con él —objeta Ágata cuando ve las intenciones de cerrar las dos puertas de la parte trasera de la ambulancia.
Abdel no pone objeción, es una batalla que no ganara ni en sus sueños, además que es su hermano y la necesita, no es una roca como para no sentir o darse cuenta.
Ágata ingresa inmediatamente a la ambulancia en cuanto la deja pasar, todo ahí dentro es blanco, sueros, catéter, aparatos por doquier, el tanto ver cosas blancas la marea y es como si fuese un mal presagio.
El paramédico a su lado va tomando el pulso de su hermano y ella sostiene su mano. Escucha al príncipe hablar.
—Llévenlo al mejor hospital o clínica que haya —le escucha decir en silencio respira con tranquilidad, él es un hombre de palabra, cumplirá y la pesadilla que ha sido su vida, desde hace años acabara, mas sin embargo una nueva batalla tendrá que enfrentar.
Levanta su mirada justo antes de las puertas le impidan verlo y se topa con sus oscuros ojos observándola. Ella no le pierde el contacto, es como si el mundo se detuviera y solo ellos existieran, nada más a su alrededor que dos miradas que se retan, que arden juntas y que a ambos logran moverle hasta el alma.
Aquello no le gusta para nada, a ambos, no quieren sentirse que dependen de una persona para estar bien.
Lucharán contra lo inevitable y en el proceso se herirán en lo profundo de sus corazones.
***
Todo en la clínica a la cual han llevado a David es sumamente diferente, las paredes ahí tienen vida aunque estén pintadas de un color blanco impoluto y tenga el mismo olor, la delicadeza y el cambio que experimenta es sumamente diferente a todo, muy diferente a los hospitales.
A David lo ingresan en una habitación privada que expresamente el príncipe pidió para él, que no se escatime en gastos para su recuperación, dando la orden de inmediato de que se hiciera el traslado de sus ahora suegros a la misma clínica.
Ágata como familiar responsable, autorizó el traslado por medio del móvil y ahora aguarda junto a el príncipe sentada en las bancas de la sala de espera. Ella está sumamente nerviosa, juguetea con sus dedos, quiere saber inmediatamente como esta David y estar en el momento exacto en el que sus padres ingresen por esa puerta para que sus vidas cambien de una buena vez por todas.
—Vamos a la cafetería en los que ellos llegan, necesitas comer, occidental y esta vez no aceptaré un no por respuesta alguna —su voz muy cerca de su oído le hace voltear la cara para mirarlo, está a escasos centímetros de su rostro y el tenerlo cerca solo la pone más nerviosa.
—Podría un día dejar de ser tan mandón —refuta alzando una ceja.
El aliento de Ágata le acaricia el rostro a Abdel, su aliento le envuelve, le acaricia el rostro e inevitablemente recuerda el beso que compartieron, lo bien que su boca se funde con la suya y la manera tan perfecta en la que encajan, lo blando de esa carne, lo caliente, la electricidad al rozar sus lenguas.
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La Occidental ©
Diversos"Vive cada día, cada cosa que te depara un día, porque no sabes ese día, que te va a esperar el día de mañana"._MMF Diferentes entre multitudes y la joya más preciada para su alteza. DE MI AUTORÍA. NO COPIAR.