Capítulo 69

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La mirada de Mustafá es una vacía, no hay calidez alguna dirigida hacia Yashira, el amor que ella siempre veía profesado solo a ella no está, parece haberse desvanecido en solo un chasquido.

—Mustafá...—retrocede cada vez más, cada paso que da Mustafá parece una película de terror, él no ve nada más que su persona con la mirada más oscura. Es su pesadilla. Quien fue su amante es su terror.

—Ya no me afectas —dice Mustafá dándole vueltas en la mano a una soga en la que hasta ahora Yashira ha reparado.

Yashira hiperventila en puros nervios. Está pálida, temblorosa, nerviosa.

—Mustafá soy yo, soy Yashira, me amas, solo estás confundido —no tiene más escapatoria, está pegada a la puerta del balcón de su habitación. Se adhiere a ella como pegamento, él cada vez más está más cerca.

—Yashira, la asesina de mi padre, quién metió a los aposentos de mi hermano una serpiente, ¿Sabes cuál es la pena para una adúltera como tú, una asesina? —le enseña la soga que aprieta sus manos por toda las vueltas que les ha dado —. La muerte, te ejecutarán —hay un brillo de maldad al decir esas palabras.

—Nadie tiene porque enterarse Mustafá —está a punto de gritar de terror —. Tú también sales perjudicado —le recuerda solo tratando de que él entre en conciencia.

Mustafá niega.

—No me importa nada, ni mi vida Yashira. Vas a morir.

Primero que todo se abalanza sobre ella con una fuerte cachetada, rompiéndole el pómulo, la sangre Corre por su barbilla hasta perderse en la tela negra de su vestido en el dobladillo del cuello. La sostiene de los cabellos con un fuerte agarre. Yashira solo se contiene para no gritar y que todos los escuchen, debe buscar la forma de que el muera o morir los dos, no puede irse sola a las llamas del infierno.

Forcejea con él para quitárselo de encima, sin embargo él es mucho más fuerte.

—Suéltame, me estás haciendo daño —araña su cara, en sus uñas se queda parte de su piel.

—Quiero hacerte mucho daño —enfatiza.

Dándole un golpe en el estómago le saca el aire a Yashira, la cual busca aire por la boca y nariz, tratando de recuperar.

Yashira aprovecha para enterrar una de sus largas uñas en unos de los ojos de Mustafá.

Esta grita con fuerza, ha perforado hasta hacerlo sangrar.

No tardarán en llegar personas, porque aunque su habitación este en el fondo de la segunda planta del palacio, los gritos y altercados irán en aumento.

—Ahora yo te mataré.

Yashira abre la puerta del balcón, ya no importa que nadie la vea, simplemente ha perdido sentido, tarde o que temprano más de uno sabrá que ella ha sido la asesina. Esa mujer llevó las pruebas correspondientes.

No hay nadie aún en esa parte, pero llegarán.

—Moriré, pero mi hermano te matará, le envié un vídeo con mi confesión.

Eso enfurece a Yashira que trata de golpearlo nuevamente, pero Mustafá aún con el ojo lastimado le golpea el estómago, le da un golpe en la nariz que la deja tambaleándose sobre sus pies.

Aprovecha para timar la cuerda del piso para ahorcarla de una buena vez por todas, ejecutada como en las leyes de sus antepasados.

El error de Mustafá.

Una maceta golpea su cabeza mandándolo directo al suelo casi inconsciente.

Como puede se pone en pie para darle la batalla.

La Occidental ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora