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#MesGiyuuTan muuuuy tarde este día pero al fin le di final al otro shot.
Pudo quedar mejor.

(10/03/2020)
Cr: @al0w0la

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La soledad lo envolvía desde que tenía memoria. Su grotesca apariencia le había quitado el apellido y los habitantes de esta prospera villa le habían corrido del lugar por temor y repulsión hacia su persona.
Giyuu estaba solo en el mundo, odiando cada instante el estar vivo, pero sin el valor para acabar con su sufrimiento por mano propia.

El hecho de que existiera alguien que le quisiera era un milagro y más aún que no se desanimara con sus ariscas actitudes, el niño Kamado era su milagro. Nunca le juzgó o menospreció, aún cuando le trató de manera grosera, el muchacho regresaba para hacerle compañía y hablar por lo que parecía toda una vida.
Llegó para ser su primer pensamiento al levantarse y el último al dormirse; para darle color a su aburrida vida, para ocupar un espacio en su corazón, para ser el motivo de su felicidad.
Giyuu era realmente feliz al lado de Tanjiro y estaba dispuesto a darle todo su ser para que se mantuviera a su lado.

No era una rutina, las rutinas son aburridas y estresantes, por lo que estar con Tanjiro era un evento hermoso.

Otro día más se ha quedado con él hasta la puesta de Sol dejándole seguro en su regreso a casa, y el ojiazul, en su ahora vacía residencia, se prepara para descansar pero las pesadas pisadas resuenan con brusquedad a las cercanías; buscó un arma con avidez siendo sorprendido por el estruendo de su puerta siendo partida a la mitad y las antorchas asfixiandole con su calor. Intentó atacar sin embargo, las manos de los sujetos desconocidos le retuvieron los brazos violentamente. No comprendía el motivo de su presencia, no había causado estragos o algo parecido, ni siquiera entraba en los terrenos del pueblo.

Un hombre de mirada terrible se posó frente a Giyuu, tenía repulsión en sus ojos y, con voz baja, comenzó a hablar —Nosotros nunca te venimos a molestar y, aún así, ¿te atreviste a encantar al ciego del pueblo, monstruo? — Su tono era despectivo y le revolvía el estómago el escucharlo.

—¡Yo no hice nada! — Gritó con furia siendo callado con golpes en el abdomen que le dejaron débil al instante.

—Claro que lo hiciste, eres una amenaza para todos. Te dejamos vivir por pura bondad pero parece que te has creído uno de nosotros cuando no lo eres —. Las palabras del tipo herían y Tomioka ya no estaba seguro de qué dolía más —No tienes el derecho de acercarte a nadie de la villa, mucho menos al muchacho Kamado, ¿en serio crees que si él pudiera ver le agradarías?

—Sí —. Sentenció e inmediatamente fue pateado al suelo, manchandolo con un poco de sangre. Lastimaban su cabeza y le pisaban las manos; no sólo eran varones, sino también mujeres quienes se encontraban a su alrededor buscando herirlo lo más posible. Pasado un rato, se alejaron y pudo respirar.

—Espero que el mensaje te haya quedado claro y sino, deja te lo explico —. El filo del metal relucía a su lado, cerca de su mallugado rostro —Te alejarás del chico, no tendrás contacto con él. Es más, te marcharás de este bosque y no podrás volver a verlo. De no ser así, te mataremos y llevaremos a la familia Kamado al rechazo justo como se hizo contigo.

Procesaba lo mejor que podía todo lo que acababa de escuchar; su vida no importaba, pero la de Tanjiro sí, permitir que le sucediera lo mismo que a él no estaba en sus planes.

—¿Entendiste? — Resonó la pregunta y Tomioka afirmó lo mejor que pudo.

Tal como aparecieron le dejaron con velocidad, solo y una tristeza invadiendo su mente; ya no duerme porque se prepara para partir en la tarde siguiente. Recoge cada una de sus pertenecías, por muy pocas que sean; no hay un destino seguro más allá de lo inesperado.

Es un ogro, una bestia que no se quiere marchar sin despedirse, sin dar un último adiós y grabar en su memoria la silueta de su pequeño amor.
Ahí está él, esperando por su llamado como todos los días a la misma hora, no necesita emitir sonidos porque Tanjiro se ha volteado en su dirección luciendo tan contento y perdiendo ese brillo conforme a su nariz olfateaba el ambiente. La amrgura se formó en sus labios rompiendo un poco el corazón del mayor.

—Giyuu-san, ¿por qué no nos hemos ido?

—Este será nuestro último adiós, ya no podemos estar juntos.

"Ven conmigo"

—¿De qué habla? ¡Ayer todo estaba bien! ¿Hice algo malo? ¡Por favor conteste!

"No te vayas de mi lado"

—Me debo de ir, Tanjiro. Debo alejarme de ti; todo es por tu bien, entiende.

"Seguiré pensando en ti"

—¡No se marche! ¡No me dejes! — Trata de alcanzarlo aún con su discapacidad pero el otro rehuye de su presencia, siendo que, si permanece un minuto más, le sería imposible apartarse de su vida. —Giyuu-san... No se vaya. Por favor, yo lo amo.

"Yo también te amo"

—Ten una buena vida, Tanjiro.

El olor poco a poco desaparece de su alcance y es cuando ha entendido que ya no volverá a a aquellos momento de oscuridad que se sentían tan resplandeciente y cálidos al lado de la criatura que amaba con sinceridad.

(...)

De ahí va la historia de aquella bestia horrible que se enamoró del niño con la sonrisa del Sol.
Si se lo preguntan, por muchos años no volvió a aquel lugar, vagó por distintos parajes ocultando su naturaleza de la vista de todos, narrando esta misma historia como un cuento de hadas a cambio de unas monedas.

Pero, finalmente, me he atrevido a hacer presencia nuevamente en el bosque, en el claro donde se encontraba mi vieja choza que seguramente encontraría en ruinas.

¡Oh, sorpresa! La madera luce en buen estado, hay más flora alrededor animando el ambiente con sus colores hermosos. Me asomo a la entrada con curiosidad y esperanza de ver un rostro familiar en este sitio. Ahí está, barriendo unas cuantas hojas que el aire ha levantado, su cabello ha crecido y ha ganado estatura pero lo reconozco al instante. Detiene sus movimientos repentinamente, suelta la escoba y ha comenzado a caminar hacia mí en pasos cortos y lentos con su agudo sentido del olfato que siempre ha tenido. Un puchero se comienza a formar en su boca, yo no resisto y me estiró mi mano para rozar su piel al menos un poco.

—¿Giyuu-san?

Finalmente he llegado a casa, y esta vez nada me alejará de él.

Under the Wisteria TreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora