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#MesGiyuuTan

¡Algo de burla a mi amado Solecito!

(08/03/2020)

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Llevaba una excelente relación con su pareja, tanto que podría salir a divertirse con sus—existentes—amigos sin problema alguno. No eran parte de esas relaciones de prohibición y estupideces sin sentido, además, ni loco engañaría a su Sol.
Por eso solo fue necesario una simple llamada para avisar a Tanjiro que se tomaría su largo descanso del almuerzo para convivir con sus compañeros, que no se preocupara y que volvería a la hora de siempre. El otro no pareció molesto, es más parecía muy feliz de escucharlo tan animado; le pidió que se cuidara de regreso a casa y que le contara de su día al llegar.

Tomioka estaba bastante contento con la situación: Tengen, Iguro, Shinobu y Mitsuri junto a él comiendo y conversando en una mesa de un restaurante bar. Su típica actitud arisca no se mostraba y, de hecho, todo iba muy bien. En algún momento cruzó por su cabeza la idea de que seguramente Tanjiro ya debía haber llegado a casa y que Nezuko ya habría pasado a dejar a su pequeña Kie para irse a la escuela. Seguramente su hija ya debió de preguntar por su ausencia y el pelirrojo le estaría restando importancia; anota un recordatorio en su mente para cuando Kamado quisiera salir con sus escandalosos amigos se quedaría él con la niña.
Así pues, permaneció dentro de la charla hasta que llegó el momento de encaminarse de regreso al trabajo. El resto del día fue tan aburrido como de costumbre y con terribles horas extras que se sintió aliviado de que el reloj marcara su salida. Rápidamente salió del recinto para tomar el metro que lo acercaría a su hogar; finalmente, estando en la puerta que necesitaba un retoque, escuchó risas, risas masculinas que no eran de su Tanjiro.

"¿Qué mierda?"

Por supuesto que no era un lunático, pero empujó con más fuerza de la necesaria la madera para adentrarse a la construcción dirigiéndose a la sala de estar de donde provenían las carcajadas las cuales comenzaba a distinguir.
La escena que tenía enfrente no era de lo más común porque, aunque ya se acostumbró a la presencia de Sabito en su hogar, el que estuviera tumbado en el piso, medio ahogándose de la risa mientras que su esposo parecía querer desaparecer en ese instante, con la cara tan roja como su cabello y con la pequeña Kie lloriqueando con las manos en el aire, no lo terminaba de procesar.

—Oh, Giyuu, llegaste —. Le dijo su amigo lanzándole una mirada picara al varón que le acompañaba quien, al escucharlo, cubrió rostro con las manos. —Tu esposo es tan divertido.

—Buenas noches —, saludó cortes porque su hermana no crió a un sinvergüenza mal educado —¿qué pasó aquí? — Pero sí a un tipo que va directo al grano.

—Bien, verás, Makomo aún no regresa de su viaje y pensé en venir a visitarlos —, comienza a relatar con sus ojos claros brillando y, con un demonio, conocía esa mirada, era una de maldad —como no estabas decidí quedarme un rato con mi preciosa sobrina, ¿te he dicho que es una cosita muy linda? Definitivamente se parece a Tanjiro, nada que ver contigo.

—¡No digas eso, Sabito! — Dijo el mencionado con voz entrecortada, pero recuperando un poco de su color natural —Por favor, no le digas nada —. Pidió acercándose a calmar a la niña que miraba sus manitas con expresión suplicante.

—¿Decirme qué?

—¡Esto te va a encantar! Lo siento, Tanjiro, pero esto es memorable —. Se levantó de donde se encontraba, sacudiendo un poco su ropa y acortando distancia entre él y el moreno quien no entendía el motivo de tanto misterio. Posó ambas manos en sus hombros y le dio una expresión que parecía le contaría la cosa más estúpida del mundo —Tu pareja no es bueno en matemáticas —. Sentenció.

—¡Yo me voy de aquí! — Gritó presuroso el más bajito tomando en brazos a su vástago para desaparecer escaleras arriba tras un portazo.

—¡Vuelve aquí y se un hombre! — Replicó el de mirar violeta, pero sin parecer realmente molesto. Nuevamente, su atención recayó en Giyuu quien se sentía un poco mareado.

—¿A qué te refieres con eso, Sabito? — Preguntó apartándose del otro y sacándose la irritante corbata del traje —Tanjiro no será el mejor, pero no entiendo por qué tanto ajetreo.

—Como te contaba, llevo mucho tiempo aquí con ellos. Jugué con mi sobrina y cené con los dos; antes de que tú llegaras Kie estaba haciendo tarea, ya sabes, sumas y restas y las boberías que hacen en el preescolar.

—Espera, ¿cuánto tiempo llevas aquí?

—Eso no importa, concéntrate en lo que estoy diciendo porque ya es tarde y me debo de ir antes de que la vecina suelte a su perro —. Explicó de lo más relajado antes de proseguir —Lo que sea, el caso es que Tanjiro la ayudaba con unas restas y yo coloreaba unas cosas que me pidió y fue cuando escuché:

«Papi, ¿cuánto es 6+5?»

«Solo sube seis dedos primero.»

«Okie dokie, ¿qué más debo hacer?»

«Ahora sube cinco y ya tendrás tus once dedos levantados, esa es la respuesta.»

Para ese punto Sabito tenía las mejillas hinchadas de una risa que con todas las fuerzas contenía al ver la expresión de horror que Giyuu tenía —Solté el maldito color que tenía y juro que hice la misma cara que tú. Tanjiro se veía tan fresco y cargaba con esa bonita sonrisa de siempre y me di cuenta de que no captó la idiotez que dijo. Estaba a punto de hacérselo saber hasta que escuchamos a tu hija gritar desesperada "¡Papi! ¡Papi, yo solo tengo diez dedos!"

Vaya, ¿desde cuándo el techo era tan hipnotizante? Tomioka no podía dejar de mirarlo escuchando todo lo que su amigo le relataba. Era gracioso, pero no le nacía la risa, tal vez estaba más impresionado que nada.

—Me solté a reír, Kie a llorar desesperada y el brillante de tu pareja parecía morir. Después entraste y... ¿Me estás escuchando?

—Cada palabra.

—No voy a dejar que lo olvide, es más, lo voy a enmarcar —. Satisfecho tomó el pomo de la puerta y salió no sin antes decir: —Por cierto, coméntale a Tanjiro que es un genio, ¿sí?

Definitivamente no diría nada si quería vivir un día más, muchas gracias. Ciertamente ya era algo tarde, así que decidió subir las escaleras hasta la habitación decorada infantilmente para darle el beso de "buenas noches" a la chiquilla quién al sentirlo, entreabrió uno de sus pequeños ojos y le dio su propio beso.
Estaba cansado por lo cual solo se metió en su recámara iluminada por la luz del cuarto de baño donde seguramente Kamado se estaba cepillando los dientes; entró para imitarlo y notó como frente al espejo, el contrario parecía rehuir de sus ojos con un pequeño sonrojo abandonando el pequeño lugar rápidamente. Aprovechando la soledad se desvistió y colocó el pijama para salir a oscuras para tomar el lugar que le correspondía en aquella cálida cama. Pasó uno de sus brazos alrededor de su marido, estrechándole con cariño y sintiendo como el cuerpo ajeno se retraía ligeramente. El colchón se movió ante el cambio de posición de una de las partes porque el pelirrojo se había volteado a mirar con bochorno a los orbes azules de su pareja quien, con un poco de pereza, pero sin perder la dulzura, le besó suavemente causándole tranquilidad. Al separase del fino roce ambos lucían cómodos; Tanjiro escondió su cabeza en el pecho de Giyuu aspirando su aroma y escuchando sus acompasadas palpitaciones. Hubiera sido perfecto de no ser por la naciente carcajada acumulándose en su boca. Se alejó y contempló la burlona cara del pelinegro.

—Así que "once", ¿no? — Y explotó justo delante de él.

—¡Salte de mi cama!

—Pero cariño, no te enojes. Sabes que me gusta el número.

—¡Que te vayas! — Lo pateó tirándolo al suelo alfombrado y acurrucándose envuelto en la colcha con las sonoras carcajadas de Giyuu de fondo.

"¡Qué indignación!"

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¡Gracias a todos los que me aportaron ideas!

Under the Wisteria TreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora