Miya Atsumu siempre ha sido una persona demasiado infantil y nunca hacía caso de lo que decían los demás. A medida que iba creciendo eso nunca llegó a cambiar.
Entró al club de voley cuando cursaba cuarto de primaria junto a su hermano Osamu. Eran un par de alborotadores sin remedio. Pero él más. Su hermano siempre había sido un alma libre que pasaba de todos. Se dio cuenta que lo mejor del voleibol era ser un armador y cuando probó el realizar una buena colocación al rematador no hubo nada más para él.
Creció con la mentalidad de que sus pases eran los mejores para rematar, y aquel que no lograba darle al balón no servía para nada. Era basura.
Cuando tuvo la edad de diecisiete años le llamaron para ir una semana al campamento juvenil sub-19 de voley de Japón. Sin duda en aquel lugar solo había buenos jugadores, como él. Y fue allí donde lo conoció.
Kageyama Tobio.
La verdad que era un armador capaz, no tanto como él, pero era bueno. Sin embargo él creía que el pequeño Tobio, quien había derrotado al gran Ushijima Wakatoshi, era mucho más hábil siendo rematador.
Pero cuando llegó las nacionales pensó que tal vez el chico si tenía madera como armador. Pero lo que más llamó su atención fue aquel pelinaranja que estaba a su lado. Esos dos tenían un aura totalmente diferente cuando estaban juntos a cuando estaban en equipo. Y lo pudo comprobar cuando se enfrentaron.
Cuando perdió sintió un vacío en su pecho, pero sin duda tenía en mente que aquel pelinaranja de nombre Shouyo algún día sería afortunado de rematar uno de sus servicios. Lo sabía.
Al retomar las clases en su mente solo pasaba la cara del menor y una inmensa sonrisa en ella. Lo buscó en redes sociales llegando a ser casi un acosador y solo podía ver imágenes de él con Tobio y su equipo, pero sobretodo con el pelinegro.
Llegó a la conclusión de que se había enamorado de Shouyo. Fue literalmente amor a primera vista.
Al año siguiente cuando fueron a las nacionales cuando él estaba en su tercer año de preparatoria, ansiaba volver a ver Shouyo de nuevo y jugar contra él. Desafortunadamente no lo pudo ver dado que no habían podido calificar. Al menos se pudo conformar el haberlo enfrentado en el torneo de primavera ganando en la tercera ronda.
Pero la realidad le dio una bofetada. Él tenía que graduarse y elegir una universidad. Había recibido numerosas recomendaciones por diferente universidades tanto japonesas como extranjeras. Italia, China, Estados Unidos y Brasil. Pensó y repensó cual sería la mejor opción a tomar.
Le tentaba la idea de irse a Brasil. El sol, la arena, el mar, un clima único... Pero pensaba que si se quedaba en Japón podría intentar volver a ver Shouyo. Sin embargo era una idea sin fundamento. Shouyo no lo ataba al país. No tenía sentido esperar por alguien quién ni siquiera podría conseguir. Por lo que optó por renunciar a él y al amor que le tenía e irse.
Aceptó su beca en Brasil y comenzó su nueva vida allí. Se sacó su licencia para conducir y se dispuso a vivir sus siguiente cuatro años en aquel país.
Pero no contó que en uno de sus paseos por la playa un año después se encontrase a Shouyo. Pensó que sería una ilusión, uno de sus otros sueños donde ambos eran felices y se amaban. Pero era real. Estaba allí. Y su corazón que creía muerto e incapaz de amar a nadie más latía como loco por solo el placer de verle.
Le contó lo de Kageyama y su razón por la que estaba allí. Pero la bomba de la espera de un hijo de Tobio no se lo esperaba. Y su pequeño amor no correspondido sufría por ello. Por eso le brindó su mano y le ayudó en todo lo que pudo. Cuido a Shouyo como si fuese una pieza de la más fina porcelana y a aquel bebé como suyo. Padre es quien cría, no quien engendra.
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Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDO
FanfictionHinata huye a Brasil porque piensa que si se aleja de Kageyama es lo mejor para él y su futuro sin pensar en lo que eso causaría. Sin embargo, allí vuelve a ver a Miya Atsumu. Algo que cambia su vida. Ahora, casi nueve años más tarde y con una amor...