Capitulo 40

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Con duda, abrió la puerta de su habitación y sacó la cabeza viendo el pasillo completamente vacío y en silencio. Giró hacia atrás su cabeza viendo que sus bebes dormían plácidamente en la cunita a un lado de su cama y volvió a mirar al pasillo.

Tenia una ligera idea de que podrían estar en la cocina por el olor a comida en el aire. Desde que le enseñó a cocinar, las comidas que hacia Atsumu eran sin duda sabrosas. Aunque ahora no tenían sabor desde... Desde que hace una semana le gritó aquellas horribles palabras.

En verdad no lo sentía así. Reconocía a Atsumu como el padre de Soichi, pero el que su bebé no estuviese y Kageyama tampoco, le hacia creer que el pelinegro supo la verdad de todo y por eso se lo llevó. Podría ser un secuestro, como también Kageyama podría haber planeado este secuestro.

Suspiró tembloroso y salió de la habitación dejando la puerta abierta. Caminó de forma lenta y con pies descalzos por el pasillo sin llegar a hacer ruido. Asomó un poco su cabeza por el umbral de la cocina viendo a Kenji juguetear con lo que parecían huevos revueltos en su plato mientras que Atsumu le daba la espalda cocinando algo en la cocinilla.

Le daba miedo entrar. Ni el rubio ni el habían tenido una conversación decente. Apenas le dirigía la palabra y cada noche le daba la espalda y él tan solo podía verla con una mano estirada a la espera de que se gire y se la agarre y poder decirle que sentía lo que había dicho. Pero se lo merecía, ¿no? Por decirle aquello.

—Mi amor, ¿que ocurre?- su corazón latió con fuerza al escuchar su dulce voz, pero se regañó por eso porque el rubio se dirigía al niño.— Apenas has tocado tu desayuno.

—E-es que...- su labio temblaba.— ¿Cuando volverá Soichi? Lo echo de menos. Quiero que vuelva para jugar con él.

Atsumu apagó el fuego y se acercó hasta el de pelo cobre y se arrodilló frente a él cogiendo sus manos entre las propias.

—Soichi volverá pronto. Te lo prometo. Ayer hablé con Tobio-kun y dijo que todo estaba bien. Él, junto a Soichi, Nao y Shiro. Los cuatro están bien y se están divirtiendo junto.

—Yo quería ir con ellos. ¿Por qué no me llevaron?

—Porque creyeron que no te gustaría estar tanto tiempo separado de nosotros.

—... Pero podrían haberme preguntado.

Atsumu intentó sonreír y tragó con fuerza el nudo que se le estaba formando en la garganta.

—Cuando regresen, les diremos que cuando vuelvan a irse de ese modo, nos vayamos todos juntos, ¿sí? Anda, acábate tu desayuno y prepárate para salir.

—No tengo hambre papá... ¿Me puedo levantar?

El rubio le acarició una mejilla y le asintió.

Dejó que Kenjiro se levantara de su silla y que se alejara de la cocina. Él por su parte suspiró y se sentó en la silla que antes ocupaba el menor y apoyó su cabeza entre sus manos.

Cada día era mucho más difícil mentir. Su hijo no era ningún tonto y sabía que algo pasaba no solo con la ausencia de Soichi, sino que también en la relación con Shouyo. Siempre deseó que sus niños conservasen su infantil inocencia por muchos años y que no crecieran tan abruptamente...

Pero con los acontecimientos que se están dando durante estas dos desgarradoras semanas, solo hacía todo demasiado complicado.

Ya no solo los días se le hacían eternos, sino que las noches también. Sus ojeras eran enormes del cansancio en general que cargaba, y no quería echarle la culpa a Shouyo, pero apenas le ayudaba. Él se encargaba de los gemelos, se encargaba de que Kenji no sospechase nada, se encargaba de que la casa no se volviese un basurero, se encargaba de tener noticias sobre el paradero de su... De Soichi.

Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora