Capitulo 27 parte 3

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Seiya se acariciaba el puente de su nariz mientras se miraba en el espejo.

Había querido evitar el pensar en ello durante un tiempo, pero ahora que volvería a ver a Nao pues le preocupaba.

A su piel se le había dado la gana de que a esa edad era buena idea de que le apareciesen una serie de pecas en su lisa y perfecta piel. Si antes los niños murmuraban de él, ahora lo hacían con más frecuencia.

A su mamá se le veían bien en su algo morena piel, pero él era tan blanco como una hoja de papel, al igual que su papá y lo odiaba. Añadiendo su pelo antinaturalmente rubio para ser japones parecía uno de estos extranjeros que llegaban a su país de vacaciones. O los niños que veía en los campamentos de lengua extrajera para niños avanzados como él.

Ojalá no hubiese heredado aquel aspecto físico de su madre.

¿A Nao le gustarían sus pecas?

Sinceramente, se preocupaba mucho.

¿Y que le diría aquel niño pelinaranja? Seguro se reiría de él.

Todavía se acuerda de la vez que alagó a su mamá por tener este defecto físico. ¿Que le hacía creer que él también recibiría tal alago?

—Los niños son malos...- murmuró.

Kaori ni siquiera pasaba tiempo con él en la escuela porque ella prefería jugar con sus estúpidas amigas y además, esas criajas le habían dicho que les daba miedo por ser así de alto.

¿Qué culpa tenía él de que su padre fuese un poste andante? Atsuya era unos centímetros más alto que él y tenía millones de amigos. ¿Por qué él era diferente? ¿Porque era poco sociable? No podían culparle de no querer juntarse con personas con una inteligencia mucho más inferior a la suya.

—Seiya... ¿Qué haces cielo?

A través del espejo miró a su madre que entraba al baño y le miraba con cariño.

Se volvió a mirar al espejo y suspiró triste.

—No me gustan mis pecas... Las odio.

—¿Por qué dices eso?- preguntó el chico besando su cabeza.

—Se burlan de mi. A nadie les gustan.

—¿Sabes? A tu edad tampoco me gustaban. Incluso cuando fui más grande aún las odiaba. Pero hubo una persona a la que sí le gustaban mis pecas.

Los ojos marrones del niño brillaron a la espera de seguir escuchando lo que su madre decía.

—¿Quién?

Tadashi rió.— Tu padre.- le acarició la cara.— Estoy seguro, que alguien te hará ver que tus pecas no son solo un defecto físico. Como tu padre lo hizo conmigo.

Seiya se giró a ver de frente a su madre con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Y como sabré quien es la persona indicada?

—Por algún gesto, alguna palabra. Solo... lo sabrás. Confío en ti.- el niño asintió.— Ahora guarda todo lo que tengas que llevar antes de irnos.

Seiya besó la mejilla de su mamá con un sonoro beso antes de salir del baño y caminar con tranquilidad hacia su habitación. Yamaguchi se acarició la mejilla besada y sonrió feliz.

Salió del baño para irse a su propia habitación, pero un inesperado abrazo casi le hace gritar del susto.

—Kei... Me asustaste.

—Entonces, ¿fui la razón por la que ahora te gustan tus pecas?- preguntó burlón, pero no con su típico tono de burla que usa con el resto de las personas.

Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora