Capitulo 12

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Kenjiro no paraba de llorar y tanto Kenma como Asahi empezaban a desesperarse al no saber que podrían hacer para calmar al niño. Soichiro se mordía el labio inferior y aguantaba las lágrimas para que no saliesen de sus ojitos.

Nao los miraba apretando el borde de su camisa sin saber que hacer o decir para poder consolarlos. Sabía que ambos querían a sus padres pero también sabía que algo le pasaba a su entrenador.

Kaori se abrazaba con fuerza del cuello de Suga y Seiya los miraba indiferente junto a un preocupado Yamaguchi. Aunque en realidad intentaba permanecer fuerte. Verlos llorar le daban ganas de llorar también, y su mamá le explicó que aquello era empatía.

—Kenjiro... t-tranquilo. Shouyo volverá pronto.- intentaba calmar Kenma.

—Quiero a mi mama.- decía el niño llorando.

Nao alargó su mano dudando en cada uno de sus movimientos y agarró la del pelo cobre. Kenji paró de llorar para solo soltar pequeños quejidos y parpadeó para poder enfocar bien al peliblanco.

—T-todo estará bien. Así q-que no tienes por que llorar.- le dijo lo más seguro que pudo dándole la mejor de sus sonrisas.

—Nao-chan tiene razón.- había dicho Oikawa acariciándole la cabeza y poniéndose a su altura.— Estoy seguro que pronto podrás estar junto a Chibi-chan, Kenji-chan.

—Y-yo pienso igual.- dijo Seiya realmente avergonzado agarrando la manga de la camisa de Soichi.

Kenma suspiró aliviado.

Al fin los pequeños se habían calmado.

—¿Como está?- preguntó Tsukishima a Kageyama al llegar al hospital

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—¿Como está?- preguntó Tsukishima a Kageyama al llegar al hospital.

Él, junto a Daichi e Iwaizumi habían ido al hospital. Los demás se fueron la casa de sus padres como Satori y Ushijima, o su propio departamento como Futakuchi y Aone. Kuroo tuvo que irse a regañadientes por petición de Kenma y encima caminando porque su coche se lo había birlado Bokuto.

Maldito búho calenturiento.

—Lleva en la misma posición desde que salimos del Karasuno.- y aquello había sido hace una hora.— Le llevé un poco de café pero me lo acabé tomando yo.

Kageyama durante toda esa hora se quedó al otro lado de la pared viendo como el rubio no apartaba las manos de su cabeza. Había caminado de un lado a otro viendo que Atsumu seguía sentado en esa incómoda silla. Cansado, fue en busca de un café para el mayor pero este ni siquiera movió un músculo cuando lo tenía en frente.

Le impresionaba la fuerza mental que tenía Atsumu. Si hubiera sido él, estaría llorando desconsolado como un niño sabiendo que su persona amada y sus futuros hijos estaban en grave estado.

Y después de todo ese rato sus senpais junto a Tsukishima habían llegado al hospital.

—¿Los niños? ¿Como están?

Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora