Capitulo 28

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—Dichosos los ojos. Sois los últimos en llegar.- fue lo primero que dijo Kuroo nada más abrir la puerta de su casa.

Bueno la de Kenma... Bueno, la de ambos.

—Lo siento... Hubieron complicaciones.- se excusó.

—Me las puedo imaginar.- dijo divertido guiñando un ojo al más bajo.

Dejaron sus zapatos en el genkan junto al carrito de sus bebés, y caminaron tras el pelinegro por un pasillo hasta una puerta trasera que daba a un gran jardín completamente vallado con vallas de color marrón.

Todos los demás presentes posaron sus ojos en ellos y les saludaron.

—¡Mira mami! ¡Un perrito!- gritó emocionado Kenji.

El de pelo cobre salió corriendo hacia el cachorrito que estaba junto a Nao y le acarició la cabecita totalmente encantado.

Soichi por su parte seguía fieramente agarrado de la mano de su padre, e incluso algo oculto tras una de sus piernas. Esto no era como aquella vez en el enorme gimnasio donde su mami estuvo muy malito, pero era inevitable que le viniesen esos desagradables recuerdos a su cabecita.

Con sus azules ojos miró como todas las mamás estaban juntos. Acariciándose sus grandes barrigas o sosteniendo entre sus brazos a sus bebés. En otra esquina estaban todos los papás con bebidas en sus manos y riendo con fuerza. Por ultimo, Kenji lo había abandonado por Nao -quien también había dejado de hablarle haciéndole sentir solo- y el lindo perrito que había. El niño nuevo, Sora, estaba con otro más alto que nunca había visto y luego Shiro estaba con su teléfono entre sus manos con el niño de gafas a su lado quien leía un enorme libro ajeno al resto.

Y mucho más apartadas del resto, se encontraban Kaori y Yuki jugando con sus muñecas encima de una sábana encima del césped.

Todos parecían tener sus propios grupos y el se sentía desplazado.

—¿Por qué no vas con los demás niños?- le dijo su padre acariciando su cabeza.

—¿No puedo ir contigo?- dijo bajito.

El rubio le sonrió y se agachó con cuidado de no despertar a Takeo de su sueño.

—Claro que puedes. Pero puede que te aburras si estás con nosotros.

—No lo haré.- aseguró con rapidez.

Atsumu rió.— Está bien.- se giró a ver a Shouyo.— El viene conmigo.

—Vale. Ten cuidado.

Vio como sus papás se dieron un corto besito y luego como su mami fue caminando con Ai hacia el resto de mamás que sonrieron al verle llegar con su hermanita.

Su papá le abrió una silla plegable con destreza permitiendo que se sentase y luego el cogió otra para él sentándose cerquita suyo.

—Las mamás están por la zona de allá.- dijo burlón Kuroo.— Esto es la zona de hombres y los niños no están permitidos.

—Oh, que casualidad- dijo Atsumu.— Ellos son mis hombrecitos.

Soichi rió tímido y se escondió en un costado de su padre evitando que los demás adultos mirasen sus sonrojadas mejillas.

—Puedo... ¿Puedo cargarlo?

El pelinaranja giró un poquito su cabeza dejando a la vista uno de sus ojitos viendo al papá besa mamás preguntarle a su papá.

Su ceño se frunció y se cruzó de brazos.

—No puedes.

—No digas eso Soichi.- reprendió el rubio.— Claro, ten.

Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora