Capitulo 27 parte 4

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Ese día Kita había despertado inesperadamente feliz.

Al abrir sus ojos vio el pecho desnudo de Osamu, y su mente pocas veces pervertida, le hizo recordar la noche llena de pasión que tuvieron después de una rica cena bajo la luz de las estrellas.

Él sabía que Osamu salía cansado de trabajar de la tienda y lo que necesitaba era un descanso. También sabia que el menor salia sin siquiera tomar bocado de algo por eso se dispuso a prepararle una rica, nutritiva y especial cena.

Alimentó a su niña con el biberón y la dejó durmiendo en su habitación color rosa durante toda la noche. Sinceramente habría preferido pintar la habitación de blanco para que cuando su pequeña fuese más grande decidiese el color que quería en ella. Declarar que el rosa era para niñas era un poco sexista. Pero no pudo hacer nada ante Osamu. También agradecía que Haruka fuese tan tranquila como Samu y él dejándoles dormir con tranquilidad por las noches.

Preparó un baño calentito y dejó en el horno la pasta gratinada que había hecho con amor para que no se enfriase y preparó una mesa en el jardín trasero con platos, cubiertos y un poco de vino blanco, unas velas que encendería en el momento de cenar y disfrutarían de una cena a la luz de las velas y estrellas en una noche veraniega. Al acabar, se sentó en uno de los sillones del salón y se puso a leer un libro mientras esperaba al castaño.

Sin embargo no prestaba para nada de atención al libro entre sus manos y tan solo pensaba en cuanto tiempo le tomaría a Osamu llegar.

—Estoy en casa.- fue lo que dijo cuando entró por la puerta.

Dejó abandonado el libro en la mesita de centro de la sala y caminó -con prisa- hacia la entrada.

Sonrió al chico y se puso de puntitas para llegar hasta sus labios y darle un piquito.

—¿Ocurre algo?- preguntó el menor volviendo a unir sus labios.

—Tengo el baño para los dos.- dijo tímido al separarse.— Y también la cena.

Jaló al castaño hasta el baño y entre los dos y con besos de por medio, se retiraron las prendas de ropa quedando completamente desnudos. Al meterse en el agua caliente sintieron sus músculos relajarse, y les fue inevitable soltar un suspiro de felicidad.

Osamu abrazaba a Kita por detrás, y el peligris se recargaba en su pecho sintiendo su calor. Hablaron de las ventas de la tienda del menor y de como dentro de poco empezarían las vacaciones de verano en la escuela. Probablemente ese año, pasaría sus vacaciones junto a Osamu y su nueva familia. El menor viajaba todos los veranos a Brasil para verse con su hermano dejándole solo durante tres años en esas fechas. Pero este año lo pasaría con el castaño, su preciosa hija, y su amorosa familia política.

Al salir del agua, se enredaron en unas batas de baño y con sus manos entrelazadas bajaron al piso inferior. Kita dejó que Osamu se sentase en una de las sillas donde comerían y regresó al interior a buscar su cena. Abrió el horno y sacó la pasta que seguía caliente como si la acabase de hacer. Con cuidado la dejó en la mesa y empezó a servirle al chico. Entrelazaron sus dedos de sus manos libres y comieron viéndose a los ojos.

Mentiría si dijese que Kita no sintió mariposas en el estomago al sentir la mirada de Osamu en él como la primera vez cuando le robó su primer beso tras pasar el día juntos después de ser esa su tercera salida después de tiempo sin verse; ni como sus orejas se calentaron ante la vergüenza.

Entre los dos recogieron los platos, copas y demás para lavarlos entre ambos. Después regresaron afuera y volvieron a sentarse en las mismas sillas de hace minutos. Miraban las estrellas -más bien Kita- en lo alto del oscuro firmamento y se escuchan el canto de los grillos llenando el lugar. La luna llena era ligeramente más grande y era la única testigo junto a las estrellas de aquella velada.

Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora