Capitulo 6

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Su equipo había ganado dos sets a uno.  Y aún así...

Y aún así no se sentía feliz.

Hicieron una reverencia dando las gracias por el partido y al enderezarse pudo ver como Miya Atsumu era el primero en romper la fila de su equipo y salir corriendo por la puerta por donde el personal o cualquier persona pudiese acceder a la cancha.

Apretó los puños con millones de emociones dentro suyo sin saber cual de todas ellas predominaba y se encaminó a los vestuarios. Conocía muy bien como jugaba Atsumu. Era un excelente armador y en el juego de hoy pudo darse cuenta que hoy había realizado un juego terrible. Lo más seguro es que tuviese a Hinata en su cabeza, como él lo había tenido.

Las inseguridades que alguna vez tuvo en el pasado regresaban a él con fuerza. Le hizo pensar que si era verdad que Hinata y Miya tuvieron un romance a sus espaldas. No supo de Hinata en nueve años y Miya también había dejado de ser relevante en el mundo del voley cuando se graduó de la preparatoria. ¿Por eso se habría ido Hinata? Para encontrarse con su verdadero amor mientras él sufría por su perdida en silencio.

Pero por más que lo pensase, cada posible respuesta a sus preguntas era igualmente dolorosa. Se veía a millas que el rubio se preocupaba por el pelinaranja, él lo hacía. Tenían dos niños igualmente preocupados por su madre y a la espera de otros dos según las palabras de Nao. Y estaban felizmente casados. No es que el fuese por ahí rompiendo matrimonios, pero desearía que aquel par estuviesen separados y ser él quien sostuviese a Hinata entre sus brazos.

Llamándole por su nombre de pila y no por su apellido.

Tranquilizándole cuando se sintiese asustado.

Dándole palabras reconfortantes.

Dándole besos en la frente.

Tan solo... amándolo.

Cerró la cremallera de su bolso de deporte y salió en busca de Nao en completo silencio, algo normal en él. Sin embargo todos sus compañeros no le quitaban la vista de encima sobretodo Ushijima; y le estaba empezando a molestar.

Localizó a su hijo cerca de la enfermería y paró en seco cuando vio al mocoso que lo había pateado y su hermano junto a su niño.

Se debatía si ir y esperar fuera o llamar al niño para irse a su casa.

Pero fue demasiado tarde para pensar alguna opción cuando sus pies ya empezaron a caminar hacia la dirección de los niños.

—Nao.- dijo firme. El niño lo miró y bajó la mirada mientras apretaba su camisa.— Nos vamos a casa.

El peliblanco solo asintió y lo siguió unos pasos por detrás.

En completo silencio caminaron hacia el aparcamiento donde se reunirían con el resto del equipo para ir en su propio autobús a su lugar de entrenamiento diario. Allí se fueron a su propio coche y pusieron marcha para ir a su propia casa.

En todo el camino Nao había mantenido la mirada en sus mano y había estado callado, no como otras veces que se ponía a mirar por la ventana y le decía las jugadas que más le había gustado del partido.

Aparcó el coche a unas calles de su casa y caminaron el resto hasta llegar.

Dejó su bolso en el suelo y puso rumbo a la cocina.

—Ve a ducharte. Cuando acabes baja para la cena.- el niño no dijo nada y se quedó quieto en la entrada, y eso hizo que el enfado que se había estado acumulando en Kageyama aumentase.— Nao, ve a ducharte.

—...

—Nao, sabes que no me gusta que murmures las cosas.- reprendió al no escuchar lo que decía el niño.

Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora