Capitulo 34

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Atsumu retiró las pequeñas lágrimas que aún salían de los ojos de su dormido hijo y le besó en la frente antes de taparlo con las sábanas y salir de la habitación.

Soltó un suspiro y se apoyó en la puerta. Soichi se había pasado la tarde llorando opacando el bonito día que había tenido en la playa junto con Seiya. Incluso le hizo un perfecto dibujo con carboncillos donde se veía la carita del niño pecoso tal y como Soichi la veía.

Era adorable recordar como la carita del niño se había pintado de rojo por la vergüenza y aceptaba aquel dibujo con timidez.

Se revolvió el pelo y bajó las escaleras con cuidado sin hacer ruido. Sus pies descalzos eran los únicos que se escuchaban al pisar las tablas de madera del suelo.

Llegó hasta la parte trasera de la casa donde Shouyo se encontraba sentado con las piernas en flor de loto mientras que sus manos reposaban en el largo cojín que cubría la hamaca; mirando las estrellas. Un suspiro completamente enamorado salió de sus labios haciendo que los bonitos ojos color caramelo de su chico le mirasen.

Le extendió una mano en su dirección y a paso lento se acercó hasta él.

Entrelazaron sus dedos y se sentó frente al pelinaranja que había abierto sus piernas para que él pudiese ponerse entre ellas. Al sentarse, ambos se rodearon las caderas con ellas y se miraron a los ojos.

—¿Se durmió?

—Costó un poco, pero lo logré.- sonrió de lado.

—Súper papá lo ha vuelto a conseguir.

El rubio rió nervioso y con las mejillas algo sonrojadas. Le gustaba que le llamase así, pero le daba vergüenza. Sobretodo si alguien les podía escuchar.

Era un apodo que solo le decía cuando estaban solos.

—No pensé que Soichi se pusiera a llorar porque Seiya se fuese con sus padres.

—Shiro dice que los niños se gustan. Y es nuestro hijo quien le coquetea a Seiya.- la cara de Atsumu era un poema.— ¿De quien habrá heredado eso?- le preguntó divertido.

—Definitivamente de ti.- rió el rubio acariciando con su nariz la contraria.— Yo no coqueteo.

—Déjame tener el beneficio de la duda.

Atsumu volvió a reír bajo.

Se mordió el labio inferior viendo directamente a los ojos de Shouyo quien le sonreía sin mostrar los dientes. Las manos de ambos habían pasado de estar unidas a descansar en las caderas contrarias.

El mayor las había introducido bajo la camisa del pelinaranja y con las yemas de sus dedos acariciaban la piel de las caderas con suavidad sintiendo como se erizaba bajo su toque. Su corazón latía como loco con solo tenerlo así de cerca y mirándole directamente a los ojos.

Era como cuando lo vio por primera vez y su corazón se saltó un latido. O como cuando lo volvió a ver en la bendita playa en Brasil. O como cuando nació su hijo, y oficialmente comenzaron algo serio.

Cada uno de esos momentos le hacían latir el corazón como loco. Como ahora.

Se sentía como un adolescente con su primer amor. Y por una lado, lo era. Shouyo era su primer y ultimo amor. No había nadie en el mundo que se comparase a Shouyo. O que lo superase.

Shouyo es... Único.

Una ligera brisa se aire le removió el pelo haciendo que un par de mechones se interpusieran en su mirada. Shouyo alzó su mano alejándola de su cadera y le retiró con cariño el pelo de su vista rozando con sus dedos su frente; pasándolos tras su oreja. Dejó su palma abierta en su mejilla y con su pulgar acariciaba su pómulo con tranquilidad.

Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora