No sabía que le pasaba pero hoy se sentía especialmente nervioso.
Tal vez podría ser influencia de que era el primer partido oficial que Atsumu jugaría y por ende él y sus hijos lo irían a ver. Cada vez que jugaba en Brasil, los tres lo iban a ver jugar, dándole ánimos desde las gradas y esperándolo en las puertas del vestuario.
Pero hoy había algo. Sentía que ese día era diferente.
El fin de semana anterior cuando Nao estuvo en casa se lo pasaron realmente bien. El sábado después de desayunar habían salido al patio trasero y los niños junto a Atsumu jugaron voley con la red que había instalado un par de días después de haberse mudado mientras que Shouyo se quedó sentado viéndolos jugar acariciándose con cariño la barriga. Si no estuviese en estado se les habría unido al juego sin pensárselo dos veces.
El rubio le enseñó a Nao como elevar el balón al igual que a Soichi. Al parecer ambos niños querían ser un par de colocadores. Kenji por su lado intentaba rematar cada balón que ambos niños elevaban. A Nao le brillaban los ojos cuando Atsumu le explicaba en qué posición ponerse y como elevar el balón de una manera cómoda para que el rematador pudiese darle.
Falló un par de veces. Y pensó que sería regañado por ello. Pero lo único que recibió fueron caricias en su cabeza y palabras de aliento.
Al llegar el domingo, con algo de tristeza Nao se despidió de la familia y se fue de la mano junto a su tío Satori. Por su pequeña cabecita pasaba que dejaba un cálido hogar para dirigirse al suyo completamente frío y muchas veces solitario.
Durante la semana, intentaron que Nao regresara a casa después de los días de práctica y solo consiguieron que el viernes fueran los tres niños junto a Shouyo. Atsumu llegaría tarde ese día debido a que su práctica se extendería al tener un partido al día siguiente en la tarde. Le rogaron a Satori para que Nao se volviese a quedar a dormir pero el pelirrojo se negó alegando que Nao tenía que ir a casa con su padre.
Y así es como llegaron hasta ahora.
Atsumu se había ido desde temprano al estadio donde jugaría para poder prepararse, y ellos tres se preparaban para poder salir con tiempo también. No podían contar con que Osamu les fuese a recoger porque como su hermano, desde temprano tendría que estar en el estadio aprovechando el momento para que su tienda de onigiri fuese mucho más conocida.
Había acordado de encontrarse con Kita en el estadio para ir a ver el partido.
Se aseguró de que tenía todo y miró la hora en el reloj de la pared y asintió para sí. Debía de llegar al menos con una hora de antelación porque hoy no era solo el debut de Atsumu. Hoy también era el de Soichiro... de alguna manera. Como había visto en los partidos de fútbol, en voley también habían niños de las manos de los jugadores y el rubio había propuesto que Soichi fuera de su mano en su primer partido debut.
Salieron a la calle cerrando bien la puerta y llevando bien agarrados de las manos a sus bebés, caminaron un par de calles hasta llegar a la carretera principal para poder coger el autobús que los dejarían justo a pocos metros del estadio. Pensó que tuvo suerte al coger el autobús nada más llegar, pero aquello llevó a que hubiese un atasco espontáneo poniéndole más nervioso de lo que ya estaba.
—Mami, suena tu teléfono.- habló Kenji tirando del suéter del chico.
Buscó en la bolsa que llevaba y miró en el identificador el nombre de Kita.
—Kita-san.
—Shouyo-kun. ¿Donde estás? Queda media hora para el partido y puedo ver al tonto de Atsumu mirar por todos lados buscándote.
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Siempre fuiste tu (AtsuHina) EDITANDO
FanfikceHinata huye a Brasil porque piensa que si se aleja de Kageyama es lo mejor para él y su futuro sin pensar en lo que eso causaría. Sin embargo, allí vuelve a ver a Miya Atsumu. Algo que cambia su vida. Ahora, casi nueve años más tarde y con una amor...